Los conceptos del general
Semejanzas entre Cabildo Abierto y el proyecto de la última
dictadura uruguaya.
Sofía Kortysz
4 octubre, 2019
Tapa del libro Uruguay 1973-1981. Paz y futuro, publicado por la Dinarp (Dirección Nacional de Relaciones Públicas)
El partido liderado por el ex comandante en jefe del Ejército Guido Manini Ríos dice inspirarse, principalmente, en el ideario artiguista y en Benito Nardone, que fue quien reactivó los cabildos. Tanto el discurso del general como el programa de Cabildo Abierto se apoyan en la visión, muy presente en el período dictatorial, de un Uruguay destruido que debe reconstruirse. El nacionalismo y el peso de la moral que se refleja en la familia tradicional y se inculca con el deporte son otros de los elementos compartidos.
Cada programa de gobierno tiene su sello. En el del novel partido Cabildo Abierto (CA), uno de esos rasgos distintivos es la presencia de la Patria y de la Nación, así, con mayúsculas. Son elementos que aparecen también en el discurso de su líder, el general Guido Manini Ríos. “Ya no se respeta a los mayores, a la autoridad, al maestro, incluso se le pierde el respeto hasta a los propios símbolos nacionales y a todo aquello que nos da identidad como país”, sostiene en su libro recientemente publicado que tituló Vengo a cumplir (Artemisa), una consigna de tono militarista que a varios les recordó al edificio del Penal de Libertad que, en dictadura, portaba la frase similar “aquí se viene a cumplir”.
En sus páginas puede leerse: “La mano que conduce tiene que tener el mandato de una conciencia fundada en la justicia –así, en minúscula–, en el bien de todos, en la salvaguarda de la Patria y de los elementos rectores de la Nación”. Manini asocia la conducción con las palabras “cabildo” y “caudillo”, siempre presentes en su oratoria. Aunque prefiere no asignarse ese rol, lo ocupa. Para la historiadora Magdalena Broquetas, el general toma del artiguismo, precisamente, “la dimensión de conductor militar y de pueblo conducido”,y este recorte del ideario artiguista es una muestra de que su discurso “revive todas las tradiciones ruralistas que estuvieron durante el siglo XX en una parte de los colorados, los riveristas, pero, sobre todo, en torno al nardonismo”.
El nacionalismo se ve con claridad en el apartado del programa de CA dedicado a “cultura” –media página en 107–, donde resaltan tres propuestas: “Crear un programa de promoción de Cultura de Paz –nótese la segunda mayúscula aquí también– como un medio de disminución de la violencia en la sociedad; promover actos culturales relacionados con las fechas Patrias, usando todas las expresiones artísticas posibles” y “estimular eventos relacionados con nuestras tradiciones, con activa participación de las comunidades locales, considerándolos como patrimonio inmaterial del país”.
A su vez, en el discurso del general y de su partido, el nacionalismo va atado a una idea que quiso imponerse durante la dictadura: la existencia de un Uruguay degradado que se debía reconstruir. En su libro, un extracto de la descripción de la actual devastación es el siguiente: “El Uruguay está lastimado por falta de cuidado de aquello que es la fuente continua y antigua de su entereza espiritual e institucional en todas las épocas, es decir, por falta de orgullo nacional, de apego a los valores del legado artiguista, de lealtad a los principios y mandatos de la Constitución, de celo por los derechos de la familia, fuente primaria de la educación, de la moral y de la construcción de la identidad de las personas”.
Véase ahora la siguiente cita: “La ideología de la Orientalidad se basa en el sentido de justicia, en el acendrado respeto por los derechos de los demás, el amor a la libertad, el reconocimiento de la dignidad humana, el afán de progreso, la igualdad ante la ley, la protección del débil, el amor a la paz y el orden –nótenselas palabras paz y orden–, la fe democrática, la estabilidad institucional, el orgullo nacional (…), en fin, la moralidad pública”.Son varios los puntos de contacto entre ambos planteos, pero estas palabras no son del líder de CA, sino del jefe de la Fuerza Aérea en 1976, el brigadier Dante Paladini. Se publicó en el diario El País en marzo de ese año, pero no es necesario ir a una frase tan concreta para identificar el peso de la “orientalidad” cuando la dictadura nombró incluso “año de la orientalidad” a 1975.
Este término tiene su lugar en el programa de CA bajo el fundamento de que está vinculado al ideario artiguista. No obstante, es un concepto que la dictadura resignificó. “Hubo una ideología oriental” que pretendió incluir a todos en tanto “miembros de la nación”, y “si una ideología nos comprende absolutamente a todos –explicó el doctor en ciencias sociales Gerardo Albistur, en diálogo con Brecha–, entonces desaparecen las clases, los partidos políticos, todas las contradicciones.” La aspiración por eliminar cualquier tipo de categoría que divida a la ciudadanía es compartida por candidatos y dirigentes de otros partidos, pero en el programa de gobierno que más veces aparece utilizado el término “orientales” es en el de CA. De hecho, ni el Frente Amplio, ni el Partido Nacional, ni el Partido Independiente llaman de este modo a los uruguayos en sus bases programáticas. En el programa del Partido Colorado la palabra figura una sola vez y, quizás sea casualidad, en el apartado de “Agro y recursos naturales”: “El agro es el petróleo de Uruguay, con la diferencia fundamental de que saca carbono del aire. Así de importante vemos al sector para el futuro de todos los orientales”.El término “patria”,sin embargo, no figura en ninguno de estos cuatro. El concepto lo toma CA.
CUERPO SANTO, MENTE SANA. En dictadura, la patria se inmiscuía en todos los ámbitos, incluido el deporte. “La práctica organizada y sistemática de la educación física se inserta en el proceso del país forjando una juventud físicamente apta, moralmente sana y mentalmente capaz, protagonizando con su patriótico esfuerzo la afirmación de una vida mejor para todos los orientales”,manifestaba la Comisión Nacional de Educación Física (Cnef) en 1976.
Consultada sobre el vínculo entre los totalitarismos y el deporte, Broquetas sostuvo que “los gobiernos autoritarios siempre exaltan la purificación no sólo de las mentes, sino también de los cuerpos”,pues “un cuerpo ocupado no va a destinar tiempo a actividades subversivas o inconducentes”.En el mismo sentido razona Albistur, quien recuerda que existía un modelo sanitarioen el que lo saludable pasaba por “cierta conformidad, cierta cohesión. Un individuo crítico, una juventud reivindicativa eran incompatibles con ese proyecto”.
El apartado más extenso del último capítulo del programa de CA, que también incluye su “agenda de derechos”, es “Deporte y recreación”. Si bien todos los partidos abordaron esta área, proporcionalmente, es mayor el espacio que ocupa en CA en relación con otros temas. Tiene sentido si se considera que su líder es un general y el deporte históricamente ha estado ligado a lo militar. “La actividad física y el deporte son herramientas del crecimiento social cada vez más indispensables, porque permiten articular los objetivos sociales que van desde la salud, la educación hasta la transmisión de valores”, se plantea en el programa.
En tanto, en la revista Educación Física y Deporte, que salió en el período dictatorial, se afirmaba: “La acción (de la Cnef) estuvo guiada por un impulso patriótico, consustanciado con el acontecer histórico que vive actualmente nuestro país, en cuanto a recuperar sus sanos valores morales”.Una vez más, no es descabellado que un partido político pretenda transmitir valores a través del deporte; la pregunta, en el caso de CA, es cuáles son.
LA FAMILIA CORROMPIDA. “Queremos vivir en un país donde la familia, el esfuerzo por estudiar y el trabajo sean valorados debidamente”, expresa Manini en su libro. ¿Qué familia? “El modelo de familia tradicional”, responde Broquetas. La “agenda de derechos”de CA incluye a las personas con discapacidad, los celíacos, los diabéticos y temas como el bienestar animal, la adopción y la drogadicción. Ni allí ni en el resto del programa se menciona a colectivos como la población afrodescendiente, de ascendencia indígena o a la comunidad Lgbti. La historiadora entiende que el ex comandante tiene una mirada conservadora sobre los roles de género y “está respondiendo al avance en la agenda de derechos” promovida en los últimos 15 años.
En su libro, Manini –quien cree en la “ideología de género”, a la que se opone– advierte que “cuando se metieron con la familia y empezaron a despojarla de derechos hasta hacerla trizas y considerar a los padres como extraños para sus hijos, en poco menos que sus enemigos, cuando la legislación desnaturalizó los hondos lazos de la unidad y la confianza en el seno del grupo familiar, ahí fue, sin duda alguna, que tuvo inicio formal el proceso de caída que nos trajo a esta emergencia en la que hoy estamos”. De nuevo, el país destruido que debe rehacerse.