La “locura” de Bolsonaro

Opinión

La lógica de la locura de

Bolsonaro

25 de marzo de 2020

Por Emir Sader

Los editoriales y articulistas de la gran prensa no podían ser más críticos con las posturas del presidente Jair Bolsonaro (foto). Aparte de que fueron los responsables fundamentales de que un político sin ninguna trayectoria respetable en el Parlamento a lo largo de las últimas décadas, con declaraciones abiertamente favorables a la dictadura y a la tortura, en contra de los derechos elementales de las mujeres, de los negros, de los pueblos indígenas, entre otras posiciones trastocadas, los medios de comunicación plantean abiertamente la necesidad de derrotar a Bolsonaro como presidente de Brasil.

En varios momentos de la historia brasileña, esto habría sido la señal determinante para la caída de un gobierno, como fue el suicidio de Getulio Vargas en 1954, antes que fuera depuesto, acusado por los medios; la renuncia de Jânio Quadros, en 1961, cuando intentó un golpe blando y fue rechazado por los medios; el impeachent de Fernando Collor de Mello, en 1992, cuando los medios revelaron procesos claros de corrupción del entonces presidente; el impeachment de Dilma Rousseff que, aun sin razones constitucionales, fue cercada por los medios para ser destituida de la presidencia por un golpe mediático-jurídico.

Lo inédito de la situación que vive Brasil en estos tiempos de coronavirus es que, por primera vez, los medios se oponen frontalmente a un gobierno –aunque, por otra parte, defienden su programa económico neoliberal-, pero no encuentran la fuerza para destituirlo, al menos por ahora. ¿Con qué fuerza cuenta ese gobierno para resistir a una ofensiva tan fuerte de los medios?

Cuenta con el apoyo de los militares y del gran empresariado, pero sobre todo cuenta con el quiebre de los partidos tradicionales de la derecha. Bolsonaro sabe que la derecha no tiene otro liderazgo para defenderse del retorno del PT al gobierno –fantasma que siempre le quitó el sueño a la derecha brasileña-.

Esa es la razón de fondo por la cual Bolsonaro se transformó en el candidato de la derecha y fue elegido presidente de Brasil. Esa es la lógica de esta locura. O la locura de esta lógica.

Es una lógica depredadora, que destruye la capacidad productiva que Brasil había acumulado, favorece la especulación financiera, vuelve a concentrar la renta y a excluir de derechos a la gran mayoría de la población. Para que ese tipo de política sea posible, con todos los retrocesos, es necesaria una forma específica de gobernar, que se apoya en dos fundamentos: mentir y buscar chivos expiatorios. El discurso de Bolsonaro –una parodia del discurso de Trump–, se fundamenta en un diagnostico al revés de lo que es la realidad, buscando justificaciones para sus políticas suicidas en supuestos errores del pasado y para poder presentarse como el salvador del país de una ruina de la que no sería responsable.

Un gobierno que tiene el apoyo del conjunto de la derecha –gran empresariado, medios de comunicación, partidos tradicionales- en su política económica. Las críticas que recibe son las de la lentitud de los proyectos neoliberales y de las privatizaciones, de la incapacidad de articulación política para consolidar y perpetuar la mayoría de derecha en el Congreso. Las críticas vienen de su comportamiento absolutamente arbitrario, autoritario, sin ningún decoro, el debilitamiento de la imagen de Brasil en el mundo, las posiciones absurdas en términos de derechos humanos. Ahora se le suma la falta de reacción frente al avance del coronavirus.

Esa es la contradicción de fondo de ese tipo de gobierno. Únicamente logra tener un líder con cierto grado de apoyo popular con alguien que apela constantemente a sus bases extremistas, fundamentalistas. No obstante, debido a eso desvía o debilita su capacidad de congregar a todas las fuerzas de derecha y de avanzar más rápidamente en las directrices neoliberales.

La lógica de la locura de Bolsonaro es la fuerza del PT, de Lula y de la izquierda, que acechan todo el tiempo a la derecha, con sus fantasmas del retorno de un gobierno popular, antineoliberal, como el que gobernó el país entre 2003 y 2014. Sólo el éxito de los gobiernos del PT y la persistencia del apoyo popular a Lula, explican que la derecha brasileña se rinda frente a un gobierno como el de Bolsonaro.

La derecha tradicional y el centro político han sido destruidos; así, para poder retomar el modelo neoliberal, las elites brasileñas están condenadas a un liderazgo como el de Bolsonaro, como forma de blindarse contra el retorno de la izquierda al gobierno. A ver hasta cuando lo logran.

Como respuesta al discurso de Bolsonaro, ver el artículo de Lula

Tocar la imágen

 

 

 

 

 

 

 

Lanzó una masiva campaña diciendo que todos vayan a trabajar

Bolsonaro es el único contra

la cuarentena

Hace actos, dice que el Covid 19 es “una gripecita” y se está peleando contra los gobernadores que ordenaron el aislamiento obligatorio. Los rumores de golpe.

28 de marzo de 2020

Por Darío Pignotti

Desde Brasilia

Jair Bolsonar atenta contra la salud pública. El jefe de Estado instigó a los brasileños a violar la cuarentena decretada por los gobernadores de San Pablo, Rio de Janeiro y otros estados para contener el contagio del coronavirus que avanza a paso firme. Entre el miércoles y el viernes, el número de muertos pasó de 57 a 93, con la primera víctima fatal registrada en Brasilia completando un mapa que se expande por todo el país. Los infectados ya suman son 3417, en los 27 estados de la Unión, un aumento de casi mil personas en dos días.

Bolsonaro lanzó una campaña publicitaria recomendando abandonar el aislamiento y no acatar otras medidas como el cierre de comercios, las restricciones al transporte y la prohibición de asistir a los cultos evangélicos. El mensaje atifica el enfrentamiento abierto con los gobernadores e intendentes que ante la falta una política nacional comenzaron a tomar medidas contra el Covid-19 dando lugar a una fractura de hecho del pacto federativo.

“En Brasil el gobierno sigue jugando con la vida de millones de personas”, denunció el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores que promueve una acción ante la justicia para impedir la divulgación de los spots oficialistas.

La campaña escogió como eslogan “Brasil no puede parar”, similar al presentado a mediados de febrero por el alcalde de Milán, Giuseppe Sala. El intendente también subestimó la dolencia que ya causó unas 4.800 muertes en Lombardía, la región más rica de una Italia donde aún sobrevive algo del Estado de Bienestar. Sala acaba de disculparse por el desafortunado aviso. En cambio Bolsonaro lo retomó sabiendo los riesgos que entraña ser frívolo ante el virus en un país de 210 millones de habitantes con con más de diez millones viviendo en favelas y un servicio de salud pública deteriorado debido a su política económica austericida. Para peor, expulsó a unos 11.000 profesionales cubanos en los que se apoyaba el plan Más Médicos.

El spot del escándalo dice, mediante un locutor de voz penetrante, “por los casi 40 millones de autónomos Brasil no puede parar, por los ambulantes, ingenieros, profesores, Brasil no puede parar, por las empleadas domésticas, Brasil no puede parar”.

“Para que las empresas no tengan que despedir empleados (..) para que todos vivan con calidad de vida, Brasil definitivamente no puede parar”, sigue la propaganda mientras aparecen imágenes de amas de casa, operarios y vendedores ambulantes.

La pieza es “contraria a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud”, reportó este viernes el diario conservador O Globo, otrora alineado al gobierno.

“Bolsonaro está preparando una campaña para que el pueblo vaya a las calles, eso es un genocidio, Bolsonaro es el único gobernante en el MUNDO (con mayúsculas) que hace esto”, acusó Ciro Gomes, ex candidato presidencial en 2018 por el Partido Democrático Trabalhista, de centroizquierda.

Paralelamente el mandatario posteó en la mañana del viernes el video de una marcha en la ciudad de Camboriú, estado de Santa Catarina, en el sur del país, donde los participantes muestran su indignación con la cuarentena. La incitación a la rebeldía antisocial pareció rendir sus frutos, ya que en la tarde tuvo lugar una marcha similar en San Pablo, capital del estado homónimo que es el más golpeado por el Covid-19 causante, allí, de 68 muertos y 1223 pacientes infectados.

La posición del gobierno no es compartida por la mayoría de los gobernadores ni por el titular de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, del partido Demócratas (centroderecha). Si el público no hace cuarentena Brasil va a sufrir una “tormenta perfecta” con un crecimiento alto de los pacientes y el “colapso” del sistema de salud, declaró Maia, cuyo derrotero político es comparable al grupo mediático Globo: pasó del apoyo al bolsonarismo a una oposición tardía. No comparte los desvaríos del ex capitán pero defiende su política económica neoliberal al extremo.

INCENDIARIO

La conducta del mandatario ultraderechista asombra al mundo, El director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, declaró al sitio UOL que no comparte la opinión de Bolsonaro, para quien el virus es una “gripecita”, y le recomendó que trate al tema como lo que es, “una dolencia muy seria” a la cual se debe enfrentar con todas las armas disponibles.

Si los arrebatos del jefe del Planalto el año pasado sobre la Amazonia, justificando los incendios más lesivos en una década, sorprendieron a la opinión pública y motivaron reacciones de la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron, su posición ante el virus parece haber causado un espanto aún mayor.

El semanario británico conservardor The Economist, leído por banqueros y empresarios de todo el mundo, que antes de las elecciones lo había pintado como un Trump de los trópicos, en su edición de esta semana le dedicó un sobre fultimnante, “BolsoNerón”. El diario Il Manifesto, el más importante de la izquierda italiana, se refirió a las iniciativas “irresponsables del Bolsovirus.

El diario Folha de Sao Paulo publicó un estudio del respetado Imperial College de Londres que estima que si Bolsonaro logra cancelar las cuarentenas, Brasil puede tener 188 millones de contagiados, de los cuales más de seis millones pueden necesitar un hospital. El total de muertos puede llegar a 1.152.283. En cambio, con una cuarentena estricta, puede haber 44.000 muertes. El gobierno británico cambió su política luego de un informe similar del Imperial College.

La respetada periodista María Cristina Fernándes, del diario de negocios Valor, reveló que en los corrillos de Brasilia comenzaron las especulaciones sobre el futuro del excapitán. Algunos dirigentes parlamentarios que antes respondían al Planalto y grupos de poder fáctico no descartan su salida antes de la conclusión del mandato en 2022. El artículo se titula “La carta de renuncia”. No plantea ninguna certeza, sólo registra el estado del arte en los despachos por donde pasa el poder.

Sin dudas Bolsonaro está al corriente de esos cabildeos. El jueves anticipó que se avecina el “caos” además de insinuar que la “normalidad democrática” puede acabar. Un día después un periodista oficialista le preguntó si está apostando al golpe, ante lo cual evitó dar una respuesta categórica, habilitando todo tipo de lecturas. Lo cierto es que en el caos, inclusive desestabilizando su propio gobierno, es que el exmilitar se siente más a gusto.

 Militares brasileños listos para apoyar reemplazo de Bolsonaro

Las Fuerzas Armadas han

celebrado reuniones para analizar

escenarios ante una eventual destitución

o renuncia del presidente, debilitado por

su manejo de la crisis del coronavirus.

30 marzo 2020

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha sufrido un severo desgaste político en los últimos días por su criticado manejo de la pandemia de coronavirus 2019, ante lo cual militares han dicho que están listos para apoyar al vicepresidente Hamilton Mourao en un eventual reemplazo.

“La cúpula de las Fuerzas Armadas encendió una señal de advertencia en los últimos días ante las reacciones del presidente Jair Bolsonaro frente a la nueva crisis del coronavirus”, afirmó el periodista Afonso Benites en un artículo publicado en la edición brasileña del diario El País.

Indicó que las Fuerzas Armadas han celebrado reuniones en Brasilia, capital del gigante suramericano, para analizar escenarios ante una eventual destitución o renuncia del presidente, quien se encuentra debilitado por su manejo de la crisis del coronavirus.

Las más recientes cifras oficiales indican que Brasil registra un total de tres mil 477 contagios de Covid-19, enfermedad causada por la nueva cepa de coronavirus descubierta a finales de 2019, con 93 fallecidos, siendo el país latinoamericano con el mayor número de casos.

Bolsonaro se ha negado a decretar un aislamiento social nacional y, en este sentido, ha criticado esas medidas adoptadas a nivel estatal y municipal. Sostiene que, si bien es necesario cuidar la salud de la población, también debe evitarse el fuerte efecto económico que puede causar la pandemia.

Citando un informe, Benites revela que representantes de la Aeronáutica, el Ejército y la Marina le dijeron a Mourao que podía contar con su apoyo en caso de que el ocupante del Palacio del Planalto (sede del Poder Ejecutivo) dejara el cargo mediante un juicio político o dimisión.

“El personal militar ha celebrado reuniones posteriores en Brasilia, incluso con los aliados de Bolsonaro y miembros civiles de su primer rango. Esta semana, al menos dos reuniones han tenido lugar. Discutieron escenarios hipotéticos a medio y largo plazo”, agregó Benites.

Sin embargo, la posibilidad de un juicio político, que tendría que ser discutido y votado en el Congreso, aparece lejano, según confirmaron fuentes legislativa al periodista, y Bolsonaro ha dicho en diversos momentos que no piensa renunciar

Líderes de la oposición brasileña

piden renuncia de Bolsonaro por su

política de combate al coronavirus

30 de marzo de 2020

De acuerdo al texto hecho público por los políticos, el mandatario agrava la crisis porque “comete crímenes como falsear información, mentir e incentivar el caos”

Los principales líderes de varios partidos de la oposición se unieron de forma inédita para redactar un comunicado que fue hecho público este lunes, en el que se acusa al presidente Jair Bolsonaro de ser “un presidente irresponsable”, que está empeorando la crisis causada por la pandemia del coronavirus porque “comete crímenes como falsear información, mentir e incentivar el caos”.

“Debería renunciar”, se afirma en el texto, que fue consignado por el diario Folha de São Paulo. El documento está firmado por los ex candidatos presidenciales Fernando Haddad (Partido de los Trabajadores), Ciro Gomes (Partido Democrático Laborista) y Guilherme Boulos (Partido Socialismo y Libertad), y también por Manuela D’Ávila, del Partido Comunista de Brasil.

Otros políticos que también se adhirieron al llamado de renuncia del mandatario ultraderechista son el gobernador del estado de Maranhão, el comunista Flávio Dino, el gobernador del estado de Paraná, Roberto Requião, del Movimiento Democrático Brasileño, y también el ex gobernador gaúcho Tarso Genro.

En el documento conjunto se afirma que “Jair Bolsonaro es el mayor obstáculo para la toma de decisiones urgentes que permitan reducir la evolución del contagio, salvar vidas y garantizar los sueldos de las familias y el trabajo que dan las empresas. Atenta contra la salud pública, sin considerar determinaciones técnicas y las experiencias que vienen siendo implementadas en otros países”.

  Jair Bolsonaro

Crónica de una muerte anunciada

En el medio de la brutal crisis sanitaria que no contó con la respuesta oportuna de su Presidente, y el descalabro económico, se suma la crisis política. El rumor es muy fuerte: «Bolsonaro ya no está al mando de las decisiones importantes en Brasil»

30 marzo, 2020

El ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes, brindó una entrevista exclusiva en la que dejó entrever que el país vecino está en las vísperas de la cuarentena obligatoria, luego de una fuerte crisis política que se desató por la negativa del presidente Jair Bolsonaro.

Al mediodía del domingo 29 de marzo, Brasil reportaba 3.904 infectados confirmados, 117 muertos y tan sólo 6 pacientes recuperados.

En muy pocos días, la principal economía del Cono Sur comenzó a sufrir los efectos de la mala gestión de Jair Bolsonaro y las proyecciones pasaron de un crecimiento en 2020 de 1% del PBI a un derrumbe de 3,5%.

Guedes estima una inyección del 8% del PIB en la economía de Brasil.

A eso, ahora hay que sumarle la crisis política en la que entró el Poder Ejecutivo tanto puertas adentro como con los gobernadores, quienes se animaron a hacerle frente luego de los cacerolazos desde los balcones de las ciudades más importantes.

Los 27 gobernadores de Brasil acordaron reunirse de urgencia el 26 de marzo, para determinar el rumbo político del país. «La reunión ocurre dada la gravedad de la situación del país y el comportamiento del presidente de la República», manifestó el gobernador de San Pablo, Joao Doria, quien decretó la cuarentena obligatoria en su Estado.

Bolsonaro continúa con su actitud de tratar al COVID-19 como una «gripecita» y un «resfriadito», mientras en los balcones día a día se multiplican los cacerolazos.“El caos está en nuestra cara. Podemos tener saqueos. Vamos a tener caos y virus: necesitamos que el pueblo vuelva a trabajar. Los gobernadores son irresponsables en parar la economía con sus medidas”, expresó Bolsonaro al salir de la residencia oficial del Palacio de la Alvorada, en una breve intervención en la que, además, defendió al presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

«Lamento que el presidente prefiera escuchar a su gabinete del odio que a su gabinete del sentido común», expresó Doria, quien había sido tildado de “lunático” por Bolsonaro por su decisión de poner a Sao Paulo en cuarentena.

Empresarios que financian sus campañas y actos políticos partidarios y dos aliados claves de Bolsonaro, los gobernadores de Goias, Rolando Caiado, y de Santa Catarina, Carlos Moisés Da Silva, de derechas, le quitaron el apoyo al presidente.

Uno de los diarios más importante de Brasil, Folha, de Sao Paulo, tituló en un editorial: «Presidente, retírese».

Para tener en cuenta de la dramática situación en la que está sumida Brasil en términos políticos, la Izquierda y el Centro están generando cada vez mayor repercusión en redes sociales, según un revelamiento de Folha en Twitter, donde por primera vez «el centro tuvo un volumen de retweets similar al de la derecha».

A su vez, el apoyo a un juicio político contra Bolsonaro aumentó a 47,7%.

El País, de España, tituló: «Las Fuerzas Armadas celebran reuniones en Brasilia para discutir escenarios ante una eventual destitución del presidente, debilitado por la crisis del coronavirus».

«Dos participantes de esas reuniones informaron a EL PAÍS que el grupo está preocupado por un posible aumento repentino en los registros de infectados y muertes causadas por la enfermedad y que esto está relacionado con el discurso negacionista de Bolsonaro sobre la gravedad de Covid-19. Destacaron que cuando el presidente sugiere poner fin a las cuarentenas y el aislamiento social decretado por los gobernadores y alcaldes, suena insensible a la gravedad de la pandemia.

En este escenario, creen que la popularidad de Bolsonaro puede caer en picado si se muestra como un líder fallido que prefiere apalancar la economía antes que salvar vidas. ‘Él tiene un discurso de guerra. Pero quien está en la primera línea de una guerra es un soldado que sabe que puede morir. En una pandemia no podemos poner a todos en la misma situación que los soldados’, dijo uno de los miembros del grupo de manera reservada».

El mandatario de Brasil considera al culto religioso un servicio esencial frente al coronavirus

Para Bolsonaro los pastores evangélicos

no contagian

El presidente ultraderechista puso al culto religioso a la altura del papel que cumplen los centros de salud. Un canto de sirena para los pastores que todavía lo respaldan. 

31 de marzo de 2020

Por Gustavo Veiga

Para Jair Bolsonaro el culto es “un servicio esencial”. Lo puso a la altura del papel que cumplen los centros de salud mediante un decreto que no necesitó la aprobación del Congreso. Es coherente con las arengas que da para que los brasileños salgan a las calles. Pero muchas iglesias evangélicas, aún abiertas, empiezan a estar vacias o son menos concurridas. Otras comienzan a cerrar sus puertas. La gente ya no va en masa a rezar en ellas por temor a contagiarse el coronavirus. Apenas los más fanáticos.

Al presidente ni siquiera le hacen caso sus mentores espirituales como el pastor Silas Malafaia, el mismo que acuñó la frase que utilizó el extraviado militar para firmar su medida de excepción. El líder evangélico había dicho: “La iglesia es una agencia de salud emocional, tan importante como los hospitales” aunque después suspendió las misas y solo dejó que su feligresía accediera a los templos. Los servicios religiosos tampoco se brindan en las catedrales o capillas católicas de modo presencial. Al sacerdote Reginaldo Manzotti de Curitiba se le ocurrió pedirles fotografías a los feligreses y ya recibió más de 170 mil. Las coloca sobre los asientos de su parroquia Nuestra Señora de Guadalupe y da su sermón así.

El decreto de Bolsonaro salió publicado el 26 de marzo en el Diario Oficial de la Unión (DOU), el boletín oficial de Brasil. Al tener vigencia de inmediato – pero condicionado a lo que determine el Ministerio de Salud – fue contra distintos fallos de la Justicia y las medidas adoptadas por varios gobernadores para aislar a la población, como sucedió en dos de los principales estados del país: San Pablo y Río de Janeiro. 

La norma se convirtió en la coartada perfecta para los pastores evangélicos más reaccionarios, como Edir Macedo de la Iglesia Universal del Reino de Dios, Valdemiro Santiago de la Iglesia Mundial del Poder de Dios o el propio Malafaia. A este último el juez de Florianópolis, Jefferson Zanini, le prohibió brindar misa por treinta días en el estado de Santa Catarina, uno de los que apoyó en las urnas al presidente de manera abrumadora. Otro tanto le pasó en Río de Janeiro.

Este domingo Bolsonaro desafió al covid-19 una vez más. Se jactó en su cuenta de Twitter de conversar con vendedores ambulantes de comida en Taguatinga, un distrito administrativo de Brasilia. Posteó un video en plena calle, donde apareció sin el barbijo que supo llevar en determinados eventos político-sociales. Estas bravuconadas fastidian cada vez más a los militares que, junto a la comunidad evangélica, los medios más poderosos, los grandes empresarios y una considerable porción de la clase media le permitieron ganar las elecciones en octubre de 2018.

El comandante del ejército, general Edson Leal Pujol, contradijo el martes pasado al presidente cuando declaró que combatir la expansión del virus “es quizás la misión más importante de nuestra generación”. La versión de que el vicepresidente Hamilton Mourao sería su eventual reemplazo con apoyo castrense ya se instaló en los medios internacionales como una posibilidad. Sin embargo el presidente de la Cámara de Diputados Rodrigo Maia declaró hace unos días que la chance de un impeachment contra Bolsonaro por ahora no es motivo de discusión en el Congreso.

Brasil tenía hasta este lunes un registro de 4.394 infectados, 143 muertes y solo 6 curados. Es el primer país de América Latina en cantidad de contagiados y en el mundo figura en el intranquilizador puesto 19°. Esas cifras parecen no haber intimidado a su presidente, que incluso divulgó la información de que podría firmar otro decreto para que la población pudiera volver a trabajar libremente pese a las restricciones estaduales que aplicó la mayoría de los 26 gobernadores. El enfrentamiento con su antiguo aliado Joao Doria lo llevó a decir por TV que el número de muertos era “muy grande para San Pablo”, el estado que gobierna el empresario. Este le respondió hace unas horas que “no está en sus plenas facultades mentales para liderar el país”.

Refugiado en su base religiosa y en un núcleo duro de la población que todavía lo sigue – las encuestas señalan que hoy la mitad del electorado está a favor de su impeachment – Bolsonaro firmó el decreto que iguala como servicio esencial al culto religioso con las condiciones sanitarias para enfrentar al coronavirus, un canto de sirena para los pastores que todavía lo respaldan. La Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD) tiene la mayor cantidad de feligreses y transformó en multimillonario a Macedo. Este personaje es capaz de juntar a 10 mil fieles solo en la réplica del templo de Salomón que levantó en San Pablo a un costo de 680 millones de reales en 2014. El pastor-empresario anunció que continuará con las ceremonias religiosas pese a la pandemia. Acaso porque si cerrara sus megaiglesias dejaría de cobrar el diezmo que en muchos casos llega al 10 por ciento del ingreso mensual de sus feligreses.

Macedo alentó la formación de un grupo de jóvenes con perfil castrense muy acomodado a los tiempos bolsonaristas que vive Brasil. Se los llama Los gladiadores del altar y se tornaron visibles con su imagen marcial en ciudades como Goias, Porto Alegre y Fortaleza, vestidos con remeras color verde musgo y marchando a paso redoblado en los templos de la IURD.

El decreto que firmó el presidente, con todo el combo religioso incluido, tuvo una peculiaridad que pasó inadvertida. Con su firma también declaró servicio esencial a las agencias de Lotería. Ahora los brasileños no solo podrán confesarse. También seguirán apostando si lo desean. Es una de las actividades comerciales permitidas.

 Jair Bolsonaro celebró el aniversario

del golpe de Estado en Brasil

31 de marzo de 2020

El vicepresidente dijo que las Fuerzas Armadas enfrentaron

“el desorden y la subversión”

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, capitán de la reserva del Ejército, calificó como un “gran día de la libertad” el 31 de marzo de 1964, el día en que se dio el golpe de Estado en contra del presidente brasileño João Goulart, popularmente conocido como Jango.

También el vicepresidente, Hamilton Mourão, exaltó el inicio de la dictadura, que se prolongó hasta 1985.

“Hace 56 años la Fuerzas Armadas intervinieron en la política nacional para enfrentar el desorden, la subversión y la corrupción que avalaban las instituciones y atemorizaban a la población. Con la elección del General Castello Branco, se iniciaron las reformas que desarrollaron a Brasil”, escribió el número dos del Ejecutivo brasileño.

En una línea similar se expresó el ministro de Defensa de la administración que encabeza Jair Bolsonaro, el general Fernando Azevedo e Silva.

“Los países que cedieron a las promesas de sueños utópicos todavía luchan por recuperar su libertad”, escribió el ministro en su cuenta de Twitter en la noche del lunes. “El movimiento de 1964 es un marco para la democracia brasileña. Mucho más por lo que evitó”, concluyó Azevedo e Silva.

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