Las escuchas clandestinas

 Hacerse el loco

Las escuchas telefónicas en democracia y la tecnología del Estado.

Samuel Blixen

3 julio 2020

Ministro de Defensa, Javier García 

Mientras la conversación entre Argimón y Cristino sigue causando polémica, en un cónclave reciente citado por Lacalle Pou, el gobierno admitió la necesidad de adquirir nuevo equipamiento para detectar llamadas y conversaciones. ¿Bajo qué controles funcionará esta tecnología cuando el artículo 128 de la ley de urgente consideración habilite el nuevo criterio del “secreto”?

Un cierto escalofrío se instaló en el Palacio Legislativo a medida que se deglutían las confesiones implícitas (“Y sí, todo está grabado…”), las afirmaciones a medias (“Enseguida, obviamente, responden quienes tienen que responder”), las frases inconclusas (“Nuestros teléfonos… hay que cuidarlos mucho…”), las veladas amenazas (“Una cosa era antes –Beatriz, Luis– y otra cosa es cuando se meten con investiduras como las nuestras, ¿viste?, y eso es complicado”), el sentido tenebroso de frases anodinas (“Vos cuidate mucho, mirá lo que te digo”) y todo el repertorio de insinuaciones contenidas que se escucharon en la conversación que Fernando Cristino le grabó a Beatriz Argimón y que, por pura coincidencia, parecen sacadas de una página de Mario Puzo para El padrino.

Algún legislador se preguntó, y no por mera retórica, si todo lo que se conversa en los teléfonos internos del Parlamento termina en una grabadora. Y otro aclaró que las explicaciones de la vicepresidenta no reducen el temor de que exista un control estatal y clandestino sobre las comunicaciones.

Precisamente, el lunes 8 de junio, unas semanas antes de que el audio viralizado introdujera el tema de las escuchas, en la Torre Ejecutiva se llevó a cabo un cónclave, citado por el presidente, Luis Lacalle Pou, del que participaron los ministros de Defensa Nacional, Javier García, y del Interior, Jorge Larrañaga, y el director de Inteligencia del Estado, Álvaro Garcé. “Gobierno analiza adquirir nuevo sistema para interceptación de llamadas”, tituló Subrayado en su página web. El cometido principal, según la primicia de El País, era “tratar en reserva” un plan de acción contra el narcotráfico, al que los cuatro jerarcas quieren enfrentar “con todo el poder del Estado”. Aunque los informantes eludieron dar detalles “para no ofrecer pistas a los grupos narcos”, en el cónclave se consideró la necesidad de adquirir nuevo equipamiento tecnológico para detectar llamadas y conversaciones, en particular, aquellas conversaciones telefónicas que no pueden ser interceptadas por el sistema El Guardián, que opera en el Ministerio del Interior bajo el control de la Suprema Corte de Justicia. Aunque la crónica de El País no lo menciona, la tecnología de El Guardián es impotente para registrar el contenido de las conversaciones que se mantienen por Whatsapp, que permanecen completamente encriptadas; el sistema puede determinar que un celular mantuvo por equis tiempo una conexión con otro celular y ubicar geográficamente los dos puntos, pero no es capaz de satisfacer la curiosidad del “oreja”.

El aspecto clave del audio viralizado radica en saber si el Estado, o alguna de sus dependencias, realiza algún tipo de espionaje ilegal, es decir, sin conocimiento de la Justicia, sobre actores políticos o sociales. El presidente de la república afirmó tajantemente: “No. Eso es un disparate. Eso no cabe en democracia”. Y el ministro de Defensa Nacional, Javier García, dijo, por su parte, que las escuchas telefónicas “son físicamente imposibles”. Sin embargo, habrá que recordar que, en democracia, la inteligencia del Ejército desplegó un espionaje constante sobre el proceso del plebiscito en 1987, que incluía escuchas telefónicas e interceptaciones en bornes de Antel; también en democracia, esos espías mantuvieron el espionaje y grabaron conversaciones telefónicas del entonces presidente Jorge Batlle con un diputado colorado, y otro tanto hicieron con el presidente electo Tabaré Vázquez en sus conversaciones con la futura ministra de Defensa Nacional, Azucena Berrutti. Todos los ministros de Defensa que pasaron por la comisión investigadora de Diputados durante el período de espionaje en democracia dijeron desconocer lo que hacían sus subordinados.

Por lo tanto, las escuchas telefónicas en democracia por parte del propio Estado son inadmisibles pero no imposibles. De hecho, hasta la instalación de El Guardián funcionaban 22 sistemas de escuchas independientes. Durante años, la oposición (que hoy es oficialismo) reclamó, con derecho, un mecanismo eficaz de control de El Guardián, por más que la propia tecnología (que requiere de la intervención de Antel para los teléfonos fijos y de las operadoras privadas para los celulares) más el sistema automático de autorización judicial reducían la posibilidad de las escuchas “por izquierda”. En 2019, el entonces senador Javier García afirmaba que tenía sospechas de un uso ilegal de El Guardián, debido a que no se cumplía con el protocolo que exigía que el Ministerio del Interior y las operadoras entregaran cada tres meses, a la Suprema Corte de Justicia, la lista de las interceptaciones. Podía ocurrir, argumentaba Javier García, que hubiera una diferencia entre las escuchas autorizadas por la Justicia y las que efectivamente hicieron las operadoras. “Yo no puedo afirmar que se hagan [escuchas ilegales], pero tampoco puedo descartar, no puedo descartar que alguien se haga el loco”, dijo García en una entrevista con En perspectiva, en julio de 2019. Se le preguntó si tenía información concreta y dijo que no, pero afirmó que su deber era sospechar.

Ahora que se dio vuelta la tortilla, los que sospechan son los antiguos sospechados. Las ambigüedades de la vicepresidenta en la conversación viralizada dejan un rastro de inquietud, que está abonada por los detalles del cónclave en Presidencia. La “reserva” para “no avivar a los narcos” sobre las características de las nuevas tecnologías que el gobierno pretende adquirir resultan para algunos legisladores consultados por Brecha, en extremo preocupante: según el artículo 128 de la ley de urgente consideración, ampliamente criticado, la nueva “ferretería” de espionaje que tendrá en sus manos la Dirección de Inteligencia del Estado (con domicilio en Presidencia) contará con el paraguas del absoluto secreto. Si antes las críticas menudearon a pesar de las supuestas garantías, es lícito preguntar –ahora que el nuevo elemento introducido es el secreto, que sólo el presidente estará autorizado a desclasificar– bajo qué controles funcionará la tecnología que sustituirá al obsoleto El Guardián.

NUEVOS SISTEMAS DE CONTROL. Con tan alto nivel de reserva y secreto sólo se puede especular sobre qué tipo de sistemas –que vayan más allá de El Guardián– puede estar en la mira del gobierno para controlar las conversaciones, las redes sociales, los mails y los mensajitos. Un surfeo por Internet arroja los resultados que se detallan a continuación. 1) Spy 1, interceptor pasivo Gsm de banda estrecha. El sistema fue diseñado para la interceptación aérea de la comunicación celular en redes Gsm. Incluye tres unidades principales: unidades receptoras (cada unidad tiene sólo ocho canales dúplex), computadora portátil con software de interceptación y descifrador de software en tiempo real A5/2, y el llamado A5/1, descifrador de hardware en tiempo real. Spy 1 es fabricado por Intercept Monitoring Sistems. 2) Pixel 3. Vigilancia encubierta. Interceptor de llamadas Gsm. El teléfono móvil Pixel 3 le permitirá escanear, localizar e interceptar en tiempo real las llamadas celulares Gsm realizadas dentro de un rango de hasta 200 pies. Todas las llamadas interceptadas se graban automáticamente y se almacenan en la memoria del teléfono en forma cifrada. Fabricado por The Spyphone. 3) Interceptor táctico wifi. Extrae inteligencia a través de wifi. Genera acceso al tráfico de datos de las computadoras portátiles, tabletas y teléfonos inteligentes de sus objetivos (Android, iOS, Windows Mobile) e intercepta silenciosamente las comunicaciones de los objetivos. Fabricado por The Spyphone.

El primero de los ejemplos es lo que se llama “la valija”. Cabe en una mochila y opera como antena. En un radio de 100 metros, capta las comunicaciones entre celulares, sustituyendo la antena que brinda el servicio en la zona. Las llamadas pasan por la valija, que puede no sólo almacenar la conversación, sino también generar una nueva comunicación o producir un mensaje de texto. Se le llama “sistema táctico”. El segundo ejemplo interfiere los celulares en un rango de 60 metros. El tercero interfiere el tráfico por wifiy puede extraer información tanto de una notebook como de un teléfono inteligente: captura emails, fotos, lista de contactos, contraseñas y textos.

No hay forma de saber si algunos de estos dispositivos –la oferta es inmensa– están siendo manipulados en nuestro país. Y tampoco hay elementos para suponer que estos son los sistemas sobre los que puso el ojo el gobierno. El ministro del Interior, que no se ha enterado de que la campaña electoral ya fue, aseguró ayer en  Búsqueda que las interceptaciones han aumentado, pero no explicó qué sistema utilizó. En todo caso, la nueva tecnología que supera a El Guardián, por su autonomía, implica el peligro de que “alguien se haga el loco”,como decía Javier García.

 

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