Caso Roslik: desmienten afirmaciones ex-militar allegado a Cabildo Abierto

 Femi rechazó las “nefastas y falsas”

declaraciones de candidato a la Intendencia

de Soriano por Cabildo Abierto,

que negó muerte por torturas de Roslik

18 de agosto de 2020 

El militar retirado Alberto Loitey señaló que el médico “murió por un paro cardíaco, como muere cualquiera”

El Comité Ejecutivo de la Federación Médica del Interior (Femi) rechazó mediante un comunicado las “nefastas y falsas” declaraciones del candidato a la Intendencia de Soriano por Cabildo Abierto, el militar retirado Alberto Loitey, quien negó la muerte por torturas del doctor Vladimir Roslik en el Batallón de Infantería N°9, en Fray Bentos, el 16 de abril de 1984. Alberto Loitey señaló que el médico “murió por un paro cardíaco, como muere cualquiera”, y que en ese momento hubo médicos que lo asistieron.

“La Federación Médica del Interior hace público su rechazo y exige que se respete la memoria y el honor de los familiares del último mártir del proceso dictatorial del que fue víctima el Uruguay. Tal como lo estableció la propia Justicia Militar, y tras un largo y doloroso proceso que permitió esclarecer en parte la verdad, el Dr. Roslik, médico de San Javier y representante de la más pura fibra de la lucha reivindicativa de la colectividad médica del interior, fue torturado y asesinado en esa dependencia”, manifiesta el gremio en la misiva publicada este martes.

Para Femi, Loitey “desconoce” en sus declaraciones “las atrocidades llevadas adelante por algunos de sus compañeros de armas, y por las que luego su propia fuerza condenó por homicidio al entonces mayor Sergio Caubarrere, quien estuvo preso solamente durante cuatro meses”. Loitey fue oficial del Batallón de Infantería Nº 9, donde Roslik falleció como consecuencia de las torturas a las que fue sometido. La federación señala que el caso Roslik “significó un antes y un después” en la historia del gremio, “que reaccionando de inmediato logró darle al Uruguay y al mundo una lección de ética”.

“Por su memoria, por la de sus familiares, por el honor de los médicos del interior, y ante todas las cosas por honor a la verdad, Femi rechaza en forma enfática y pública las declaraciones de Loitey. El doctor Vladimir Roslik fue torturado hasta la muerte en el batallón en el que Loitey estaba. Si no lo supo ese día, debería saberlo. Y si no lo sabe todavía, que se dé por enterado y respete su memoria”, concluye el comunicado.

 FEMI ratifica: Vladimir Roslik

fue asesinado, negarlo es

una acción cómplice

Rechaza Federación Médica del Interior expresiones denegatorias de candidato cabildante sobre asesinato de Vladimir Roslik

18 AGOSTO, 2020 

Luego que el candidato de Cabildo Abierto a la intendencia de Soriano, Alberto Loitey, tratara la muerte en tortura de Valdimir Roslik, como una muerte fruto de un “infarto”, se han desatado una serie de reacciones de rechazo a las mismas.

Alberto Loitey, cumplía funciones en el Batallón Nro. 9 de Fray Bentos durante la dictadura cívico militar y estuvo presente cuando Vladimir Roslik fuera asesinado mediante torturas, documentos de la época lo ubican como uno de los testigos que declaró durante el proceso de la segunda autopsia practicada a Roslik.

«Ante las nefastas y falsas declaraciones del candidato a la Intendencia de Soriano por Cabildo Abierto, oficial retirado Alberto Loitey, en las que niega el asesinato del Dr. Vladimir Roslik en el Batallón de Infantería N°9 el 16 de abril de 1984, como consecuencia de la tortura, la Federación Médica del Interior hace público su rechazo y exige que se respete la memoria y el honor de los familiares del último mártir del proceso dictatorial del que fue víctima el Uruguay”.

Así comienza el comunicado emitido por la Federación Médica del Interior (FEMI), en rechazo a estas declaraciones que pretenden, una vez más negar la barbarie que trajo como resultado la muerte del médico Roslik, quien es considerado el último asesinado de la dictadura cívico- militar.

En el mismo se recuerda que “tal como lo estableció la propia Justicia Militar, y tras un largo y doloroso proceso que permitió esclarecer en parte la verdad, el Dr. Roslik, médico de San Javier (…) fue torturado y asesinado en esa dependencia”.

Para la federación, las declaraciones de Loitey son negatorias de “las atrocidades llevadas adelante por algunos de sus compañeros de armas, y por las que luego su propia fuerza condenó por homicidio al entonces el mayor Sergio Caubarrere, quien estuvo preso solamente durante cuatro meses”.

En honor a la memoria del médico asesinado y de su familia, así como por lo que representa Vladimir Roslik para el honor de los médicos del interior y como reconocimiento a la verdad histórica, FEMI ha rechazado en forma enfática y pública las declaraciones de Alberto Loitey.

“El Dr. Vladimir Rolik fue torturado hasta la muerte en el batallón en el que Loitey estaba. Si no lo supo ese día, debería saberlo. Y si no lo sabe todavía, que se dé por enterado y respete su memoria» concluye el comunicado del Comité Ejecutivo de la FEMI.

DECLARACIÓN DEL PARTIDO COMUNISTA DEL URUGUAY:

ROSLIK Y LAS MENTIRAS DE CABILDO ABIERTO 

El militar retirado Alberto Loitey, candidato por Cabildo Abierto a la Intendencia de Soriano, agravió a las y los uruguayos y a la democracia entera afirmando en declaraciones de prensa que el médico comunista Vladimir Roslik no murió asesinado en la tortura sino de un paro cardíaco.

Vladimir Roslik murió asesinado en la tortura el 16 de abril de 1984 en el Batallón de Infantería N°9, en Fray Bentos. Loitey, como el mismo lo reconoce, cumplía tareas en ese Batallón. En realidad eso es lo más relevante de lo que declara: reconoce que estaba en el cuartel cuando el asesinato de Roslik.

Roslik fue el último asesinado por la dictadura, ya se habían realizado las elecciones internas de los partidos autorizados, excluido el Frente Amplio, en 1982; ya se había realizado el enorme 1° de Mayo de 1983; la semana del estudiante y la marcha al Franzini de setiembre de 1983; el gigantesco acto del Obelisco en noviembre de 1983; faltaban pocos mese spara las elecciones de noviembre de 1984 y la dictadura seguía reprimiendo.

La versión de la dictadura, señalando que Roslik murió de un ataque cardíaco, es una más de las mentiras sobre la muerte o desaparición de cientos de compañeras y compañeras, todas se han comprobado falsas, absolutamente todas. En el caso de Roslik, hace 36 años que se sabe que lo que hoy repite Loitey es mentira. La propia justicia militar descartó esa versión en 1984. También comprobó que era mentira una investigación del  semanario Jaque, que dirigía Manuel Flores Mora.  Lo mismo hicieron las denuncias de la familia de Roslik, las organizaciones de DDHH, el Frente Amplio aún proscripto y el PCU y la UJC, también proscriptos.

Estas declaraciones de prensa, amparadas en la impunidad de estos 36 años, siguen repitiendo la mentira, vuelven a enarbolar la teoría de los dos demonios, hablan de un enfrentamiento armado y atribuyen a los golpistas el rol de salvadores de la patria. Esa versión es mentira siempre, pero lo es mucho más en 1984, cuando fue asesinado Vladimir Roslik.

Lo que hubo en Uruguay, durante 11 años y también en 1984, fue una dictadura fascista, fueTerrorismo de Estado, fue persecución, secuestros, tortura, cárcel, asesinatos y desapariciones. Lo que hacen Loitey y su partido, Cabildo Abierto, es seguir defendiendo la impunidad de los peores crímenes de la historia nacional.

La defensa de la impunidad y los impunes por parte de Cabildo Abierto no tiene límites. Estas declaraciones se inscriben en la campaña de Cabildo Abierto quei ncluye ataques a las y los jueces, a la Fiscalía; su proyecto de ley para restaurar la impunidad a los crímenes de lesa humanidad y suplanteo de atacar, también, a la Comisión Interamericana de DDHH.

El PCU rechaza y repudia las declaraciones de Loitey, que es rechazar a la impunidad y a la mentira, y reafirma su compromiso con la búsqueda de verdad y justicia, para Vladimir Roslik y todas y todos los compañeros torturados, asesinados y desaparecidos.

El PCU reafirma su compromiso con la defensa de la libertad y la democracia, incompatibles con la mentira y la impunidad.

Montevideo 17 de agosto de 2020
ComitéEjecutivoNacional
PartidoComunista de Uruguay

 El capitán Loitey y el asesinato de Roslik

La historia dice que estaba ahí

Virginia Martínez
21 agosto, 2020

Vladimir Roslik en Moscú.

El candidato a la Intendencia de Soriano por Cabildo Abierto, capitán (r) Alberto Loitey, cree que 36 años son suficientes para que la insidiosa lima del olvido (la metáfora es de Cortázar) vuelva verdad la mentira.

Luego de que se conoció su postulación surgieron voces que lo señalan como uno de los oficiales que estaba en el Batallón de Infantería número 9 de Fray Bentos la madrugada que asesinaron al médico Vladimir Roslik, el 16 de abril de 1984, pocas horas después de que lo sacaran encapuchado de su casa en la colonia San Javier, en el departamento de Río Negro.

En la entrevista que publicó la edición impresa de El Eco el 1 de agosto pasado y que el 15 reprodujo la versión digital del semanario, el capitán (r) dice por lo menos tres mentiras graves.

  1. Niega que el Estado uruguayo haya torturado: «No, no… mentira, tortura no, ese es el discurso que le quisieron exponer acá. Esa es la parte que digo que tenemos que sentarnos todos a conversar, acá nadie está defendiendo la tortura, pero lo que no podemos es tergiversar la historia».

A Roslik lo secuestraron dos veces. La primera el 30 de abril de 1980, cuando el Batallón de Infantería número 9 invadió San Javier. En el operativo detuvieron a 25 personas. Las torturaron en la comisaría de la colonia primero y en el cuartel después, a donde llegaron atados y encapuchados, apilados en un camión. A 11 los procesó la justicia militar y cumplieron penas de uno a cuatro años de cárcel. Los hicieron pasar por comunistas y agentes soviéticos, pero lo cierto es que sólo se les podía reprochar la ascendencia rusa. La maestra Susana Zanoniani, detenida con Roslik, tiene presente el tormento del médico: «Tampoco me puedo olvidar de los gritos de Roslik. Lo torturaron horriblemente». Hugo González, funcionario del Banco República, secuestrado con él, recuerda: «Estaba de plantón, piernas y brazos separados. [El teniente Ivo Dardo] Morales le apagaba cigarrillos en la espalda y después le obligaba a sostenerse una gasita cubriendo las quemaduras. Lo oía delirar».

Entre los torturados y procesados están Víctor Makarov, Ricardo Bozinsky, poco más que liceales en ese entonces, Aníbal Lapunov, Miguel Roslik, hermano del médico, y sus dos hijos, Víctor y Vladimir, que no habían cumplido 20 años. Todos padecieron plantón, golpes, simulacros de fusilamiento y al fin del calvario terminaron en el Penal de Libertad.

El Ejército saqueó y clausuró el Centro Cultural Máximo Gorki, donde se cultivaban –hoy también– las tradiciones (danza, idioma, gastronomía y literatura) de los fundadores de la colonia. San Javier se volvió un pueblo sitiado. Fue tan grave el daño a la identidad colectiva y a la convivencia social que al fin de la dictadura, pero aún en dictadura, 200 sanjavierinos presentaron una denuncia ante la Suprema Corte de Justicia por discriminación étnica. Se sentían perseguidos por su origen y amenazados como comunidad.

  1. 2. «El hombre murió por un paro cardíaco, como muere cualquiera de nosotros.»

La noche del 15 de abril de 1984 el Batallón de Loitey llegó de nuevo a la casa de Roslik y de su mujer Mary Zabalkin. Cerca de ellos, Valery, el hijo de cinco meses, dormía en la cuna. «¿Por qué siempre se la agarran con nosotros?», preguntó desolada Mary, mientras trataba, sin éxito, de abrigar al marido, ya esposado, con un saco de lana. Sólo pudo colarle un par de medias en el bolsillo del pantalón. «Otra vez no, a lo mismo otra vez no», fue lo último que le escuchó decir mientras lo metían en un auto. Siguieron a la casa de otros vecinos de la colonia a quienes también se los llevaron. Ni bien llegaron al cuartel empezó la tortura. «No tengo nada que ver con las acusaciones que me hacen», decía Roslik. «Es la segunda vez que caigo en las manos de ustedes, me pueden matar si quieren.» Juan Chimailov oyó cómo lo torturaban. Lo escuchó gritar hasta que la voz se apagó. Inmediatamente ordenaron detener el tormento y convocaron al médico de la unidad militar Eduardo Sáiz Pedrini. Trataron de reanimarlo, pero era tarde. Cuando amaneció llamaron a Mary para que fuera a retirar el cuerpo al hospital de Fray Bentos.

  1. «Hubo médicos que actuaron y una Justicia que actuó. Como yo no estuve en el tema, no le puedo dar detalles porque no los conozco. Pero la historia dice que estaba ahí.»

Cierto es que actuaron médicos y la Justicia (militar), las dos para encubrir el asesinato. Sáiz Pedrini, que había estado en los interrogatorios de 1980 controlando la resistencia de los detenidos, firmó la autopsia que estableció el paro cardíaco como causa de la muerte.

Con la fuerza que nace del dolor, Mary recurrió a un colega del marido, Jorge Burjel, también médico militar, un hombre digno que honró la profesión. Él le aconsejó pedir otra autopsia y estuvo presente en el examen en representación de la familia. Constataron hematomas en todo el cuerpo, golpes en el bazo y rotura del hígado, entre otras señales de violencia. El 17 de abril enterraron a Roslik bajo un diluvio. Vecinos de la colonia cargaron el féretro, en silencio, hasta el cementerio. Sólo se alzó, ahogada pero clara, la voz de Mary: «No podemos seguir viviendo así. No debemos seguir callando todo lo que nos está pasando. Por eso yo juro sobre el cuerpo de mi marido muerto que no descansaré hasta hacer justicia». El 21 el juez militar coronel Carmelo Betancourt ordenó un tercer examen. Hubo que exhumar el cuerpo. El gobierno aún no había informado del resultado de la segunda pericia cuando la tercera confirmó que la muerte había sido violenta y multicausal.

Mientras tanto la Dinarp seguía emitiendo comunicados que quedarán para la peor historia de la infamia: hablaron de células subversivas, de introducción de armamento, de fabricación de explosivos, de adoctrinamiento y prácticas de tiro. Finalmente relevaron del cargo al jefe del Batallón, teniente coronel Mario Olivera, y al subjefe mayor Sergio Caubarrère. Los dos fueron procesados por la justicia militar. Aquel por homicidio ultraintencional y este por omisión. El procesamiento no tuvo consecuencias para Olivera ni para Caubarrère, pues ambos continuaron en actividad y pasaron a retiro en la década siguiente con el grado de coronel.

El gobierno intentó mantener en reserva el relevo y demoró cuanto pudo la información de los procesamientos. El nuevo jefe del cuartel atribuyó el cambio a «relevos rutinarios en los cuadros militares». Recién a fines de mayo el presidente del Supremo Tribunal Militar coronel Federico Silva Ledesma convocó a una conferencia de prensa en la que se negó a dar el nombre de los dos militares, exhibió sólo algunos renglones de la segunda autopsia (exigió expresamente a los periodistas que no miraran el laudo completo) y argumentó que la reserva obedecía a la obligación de no afectar la independencia de los jueces militares.

El tesón de Mary Zabalkin, la acción del semanario Jaque (Manuel Flores Silva, Manuel Flores Mora, Juan Miguel Petit y Alejandro Bluth) y de la Federación Médica del Interior impidieron que fraguara la mentira, convirtiéndose en incontestable verdad oficial.

Aunque Loitey lo niegue, la historia dice que a Roslik lo torturaron, lo encarcelaron y hasta quisieron retirarle el título de médico (sugerencia del jefe de Policía de Río Negro coronel Walter Tito). Lo asesinaron, lo enterraron y desenterraron para ocultar el crimen, que todavía sigue impune. Ahora el mayor (r) candidato a la Intendencia también pretende machacarle la memoria.

 

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