Un capo de la
“internacional negra”
La muerte de Stefano delle Chiaie.
Daniel Gatti
20 septiembre, 2019
Masacre de Ezeiza, el 20 de julio de 1973, en la que habría participado Delle Chiaie como integrante de comandos paramilitares argentinos
Stefano delle Chiaie murió de viejo, a los 83 años, el martes 10 en Roma. Murió sin haber pasado más que unos pocos meses en la cárcel, a pesar de haber estado implicado en secuestros, asesinatos, torturas y hasta masacres en su país, en España, Bolivia, Argentina, Chile…
“Soldado de la causa anticomunista”, como él mismo se describió, Delle Chiaie estuvo prácticamente en todos los “hechos de armas” de la extrema derecha en el mundo entre los años sesenta y noventa.
Un tribunal italiano lo juzgó por su participación en dos masacres: la de la plaza Fontana de Milán, en 1969, en la que murieron 17 personas, y la de la estación de trenes de Bolonia, en 1980, un atentado que mató a 85 personas. Por “falta de pruebas”, lo liberaron.
Investigaciones del juez Baltasar Garzón lo ubicaron como agente de los servicios franquistas y luego como integrante del Batallón Vasco Español y de los Gal, grupos paramilitares anti Eta alimentados desde el Estado, incluso bajo gobiernos socialistas; “asesor” y agente de la Dina chilena en los primeros años de la dictadura de Augusto Pinochet; integrante de comandos paramilitares argentinos desde el regreso de Perón a Buenos Aires (habría estado en la masacre del aeropuerto de Ezeiza en el 73), incluida la Triple A; mano de obra armada de las dictaduras de los generales bolivianos Hugo Banzer y Luis García Meza; colaborador activo del terrorismo cubano anticastrista exiliado en Miami; operador de la “contra” nicaragüense… Jamás pagó por nada de esto.
***
Integrado a los 14 años al Movimiento Social Italiano (Msi), heredero del fascismo mussoliniano, fue a partir de 1962, cuando funda Avanguardia Nazionale como un grupo con “vocación de pasar a la acción”, que Stefano delle Chiaie comenzó a tener participación relevante en la ultraderecha. Estuvo, por ejemplo, entre los principales ejecutores de la Operación Gladio, una red constituida en Europa bajo dirección de la Otan y de la Cia para frenar a los entonces ascendentes partidos comunistas occidentales, esencialmente el italiano, y combatir a los florecientes grupos de izquierda radical. Italia fue su plataforma central: documentación desclasificada de la Cia y del Departamento de Estado, declaraciones de sus propios promotores e investigaciones judiciales prueban que la red infiltró a los servicios secretos peninsulares y a las propias estructuras centrales del Estado. Bajo el paraguas de Gladio, que estuvo operativa hasta la caída del muro de Berlín, se instrumentó una “estrategia de la tensión” que comprendió más de mil “ataques selectivos” a militantes y locales de organizaciones de izquierda y operaciones de “falsa bandera” como la masacre de Bolonia de 1980, que el gobierno de la época pretendió atribuir a las Brigadas Rojas. También un fallido golpe de Estado se dio en el marco de Gladio en 1970.
Delle Chiaie intervino en la mayor parte de estas acciones, junto con otros de los grandes referentes de la ultraderecha italiana como Vincenzo Vinciguerra, Junio Valerio Borghese (un ex oficial de la Armada conocido como “El príncipe negro”) y Licio Gelli, fundador de la Logia P2, que tantos lazos tuvo con las dictaduras rioplatenses.
***
El fracaso del intento de golpe de 1970 hizo que varios de sus protagonistas debieran irse de Italia, entre ellos Delle Chiaie. Grecia, Portugal y España, que estaban bajo dictaduras militares, fueron los países por los que el dirigente de Avanguardia Nazionale más transitó al abandonar Roma. La base la estableció en España. En Madrid y en Lisboa confluían por entonces militantes de ultraderecha de todo el mundo. Delle Chiaie mantuvo en esas dos ciudades reuniones permanentes en procura de formar una “internacional negra”, como lo admitiría a fines de los ochenta.
El argentino Rodolfo Almirón, uno de los jefes de la Triple A, estaba entre sus contactos; también Jean-Pierre Cherid, un mercenario francés ligado a la Oas, la Organización del Ejército Secreto que protagonizó la “guerra sucia” contra los independentistas argelinos. Teresa Rilo, viuda del ultra francés, afirma en un libro escrito por la periodista Ana María Pascual, Cherid, un sicario en las cloacas del Estado, publicado en abril pasado, que todos ellos estaban bajo protección de la inteligencia franquista y mantenían “hilo directo con el mismísimo Luis Carrero Blanco”, presidente del gobierno español que resultaría muerto en un atentado de Eta en 1973. Varias fuentes ubicaron al italiano en el lugar de una emboscada tendida en mayo de 1976 a los seguidores de Carlos Hugo de Borbón-Parma, un hombre que disputaba con Juan Carlos, protegido de Franco, el trono de España y al que se le atribuían intenciones progresistas y hasta socialistas. En el ataque murieron dos personas. Unos meses más tarde, en enero del 77, se produce la matanza de la calle Atocha, en Madrid, en la que son asesinados cinco abogados laboralistas. Documentos oficiales italianos de 1990 reconocen que el atentado fue planificado por la red Gladio y ejecutado por italianos.
***
Nunca hubo investigación alguna sobre la participación de los ultras italianos en la matanza de Atocha ni sobre otros actos terroristas en los que estuvieron implicados en España, ni sobre nada relacionado con el franquismo. La península tuvo su propio pacto del Club Naval, la Transición, y en 1977 una ley de amnistía enterró cualquier intento de justicia. En 2010 la magistrada María Servini de Cubría inició en Buenos Aires lo que se conoció como la “querella argentina”, para juzgar según los criterios de la justicia transnacional de derechos humanos los crímenes del franquismo. Uno de los investigados, el jefe policial Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño, figuró entre los colaboradores más estrechos de Delle Chiaie en España. A sus 72 años, Billy el Niño se pasea muy orondo por Madrid.
Nunca hubo tampoco investigaciones serias en Italia sobre Gladio. En 1987 Delle Chiaie fue detenido en Venezuela y extraditado hacia su país. Estuvo unos meses en prisión preventiva y terminó siendo liberado. Cuando se revelaron documentos secretos sobre la operación, se vio que buena parte del aparato del Estado italiano estaba implicado hasta las manos en la guerra sucia.
***
En 1974 Delle Chiaie viajó al Chile de Pinochet junto con Junio Borghese. Manuel Contreras, el capo de la Dina, “lo identificó de inmediato como un eventual ‘activo’ para sus operaciones en Europa y lo reclutó bajo la chapa de Alfa”, escribió el periodista estadounidense John Dinges en su libro Operación Cóndor: una década de terrorismo internacional en el Cono Sur. Se lo sindica como participante en el asesinato del general allendista Carlos Prats en 1974 en Buenos Aires y en el atentado contra el dirigente del ala izquierda de la Democracia Cristiana chilena Bernardo Leighton y su esposa, en Roma, un año después. En este atentado actuó a las órdenes del agente de la Cia Michael Townley. En noviembre de 1975, en ocasión de los funerales de Franco, cuenta el historiador Mario Amorós, autor del muy reciente libro Pinochet: biografía militar y política, Delle Chiaie se encontró con el dictador chileno. Acababa de producirse el atentado contra Leighton y Pinochet le dijo entonces al italiano: “El viejo no se nos quiso morir”. Lo admitió Vincenzo Vinciguerra en declaraciones ante la justicia en Roma.
En Guerras no ortodoxas: la “estrategia de la tensión” y las redes del terrorismo neofascista, otro historiador, Eduardo González Calleja, dice que, en Bolivia, junto con el criminal nazi Klaus Barbie, Delle Chiaie fue parte de Los Novios de la Muerte, un grupo paramilitar que actuó a las órdenes del régimen de García Meza (Público.es, 15-IX-19). Caídas las dictaduras latinoamericanas, como mucha “mano de obra desocupada” de los cuerpos represivos el italiano se recicló en el delito “común”: tráfico de drogas, extorsiones, etcétera.
En 2012 publicó su autobiografía, L’aquila e il condor, en la que narra su vida como militante político, entre el águila romana, símbolo del fascismo, y el cóndor de las dictaduras latinoamericanas. Con toda impunidad.