Opinión
Salvador Allende: a 47 años de
una muerte heroica
11 de septiembre de 2020
Por Emir Sader
Como vivía a dos cuadras del Palacio de La Moneda, desperté, de nuevo, con el ruido de los aviones que sobrevolaban el palacio presidencial. En junio de 1973 había sucedido algo similar, cuando militares golpistas habían intentado derrocar a Salvador Allende, pero él logró derrotar el intento.
Esta vez, las cosas sucedieron de manera diferente. Cuando llegué a la plaza, el Palacio estaba todo rodeado por tropas, Allende solo, en la ventanita desde donde solía hablar, con el fusil AK que le había regalado Fidel y el casco que le regalaron los mineros.
Allende ya había pronunciado su último discurso. Miguel Enríquez, líder del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) había llamado a Allende, y a través de su hija Beatriz Allende, le proponía que depusiera a todos los mandos militares y nombrara a uno fiel, aunque fuera un militar de bajo rango. Miguel recomendó que Allende hiciera una declaración de llamamiento a la gente a la resistencia. Y que un comando del MIR estaba listo para entrar al Palacio y llevarlo a un barrio popular, porque era el presidente legal de Chile y seguiría siendo reconocido internacionalmente.
Allende le pidió a su hija que le respondiera que no podía hacer nada más, que cumpliría lo que siempre había dicho: saldría del Palacio de La Moneda al final de su mandato o muerto. Que más allá de ellos, nuevas generaciones abrirían las grandes alamedas del futuro Chile.
Allende hizo que su hija, embarazada y otras personas que estaban con él, salieran del palacio, rechazando la oferta de los golpistas de que él saliera. Solo quedaron unas pocas personas con él, entre ellos, la Payita, su compañera.
Allende regresó a su ventanita y recomenzó’ a disparar en contra de los golpistas, que habían fijado para el mediodía el momento para que el presidente se rindiera, porque de lo contrario, dispararían directo al Palacio de la Moneda.
Allende se negó sistemáticamente a entregarse a los golpistas, hasta que a las 2 de la tarde los cazabombarderos británicos empezaron a disparar sobre el Palacio de Moneda, que comenzaba a estar envuelto en un denso humo. Mirando ese escenario, sabíamos que Allende no sobreviviría y que con su muerte se moría también la democracia, que en Chile apenas había tenido dos breves interrupciones desde la estabilización de la independencia con Portales, en 1830.
Payita me dijo que Allende se retiró a su habitación en el Palacio y disparó a su barbilla con su fuzil, suicidándose. Llegada a México, a Hortencia Bussi de Allende el presidente Echeverría la convenció para que diga que su esposo no se había suicidado, sino que había muerto por disparos aéreos. Versión que quedó’ vigente por un tiempo, hasta que toda la izquierda chilena se rindiera a la versión de Payita, quien logró salir del Palacio en medio de los cadáveres y después obtuvo refugio en la embajada de Suecia.
Todo ello pasó el 11 de septiembre. El domingo 9 de septiembre, Allende se dio cuenta de que no podría mantener la presidencia y se propuso una operación política para intentar dividir a los golpistas. Allende pensaba realizar, el miércoles día 12, en cadena nacional, un referéndum, sobre un tema universitario, que seguramente perdería. Renunciaría y entregaría la presidencia al titular del Senado, Eduardo Frei, de la Democracia Cristiana, exmandatario de Chile.
Pero Allende confesó’ sus planes al propio Augusto Pinochet, su ministro en el gobierno. Pinochet aceleró los planes golpistas, que estaban programados para más tarde, y los desencadenó el lunes por la noche, con la Armada de Chile iniciando un levantamiento en Valparaíso.
Durante mucho tempo los hoyos de los disparos de los golpistas en contra el Palacio de La Moneda quedaron como testigos de todo lo que había pasado. Más tarde incorporaron la foto de Allende. Me acuerdo de ir a recorrer esa imagen con Gladis Marín, entonces secretaria general del Partido Comunista de Chile, y Silvio Rodríguez. Posteriormente los hoyos fueron removidos, pero ya nada podría remover todo lo que había pasado aquel día en La Moneda.
Allende murió heroicamente, con su propio fusil, el 11 de septiembre de 1973, hace 47 años, defendiendo la democracia que tanto amaba.
El golpe de Estado en Chile y la puesta
en marcha del genocida “Plan Cóndor”
Sep 11 2020
Por Fernando del Corro* – ALAI
El 11 de septiembre de 1973 se produjo en Chile el golpe de estado que derrocara el gobierno constitucional encabezado por el presidente socialista Salvador Guillermo Allende y que, a la postre, fuera el punto de partida del genocida “Plan Cóndor” que diseñara algo después Henry Alfred Kissinger, quién asumiera unos días más tarde como secretario de Estado del gobierno estadounidense que tenía como presidente a Richard Milhaus Nixon.
Un “Plan Cóndor”, u “Operación Cóndor”, cuya documentación fue hallada en Asunción del Paraguay en 1992 por el pedagogo Martín Almada, declarado Premio Nobel Alternativo, fue un acuerdo criminal establecido en 1976 que diera lugar a 50.000 asesinatos, 30.000 desapariciones y 400.000 encarcelados según los “Archivos del Terror” localizados en esa oportunidad.
Allende, quién se suicidara ese mismo día ante el brutal alzamiento del genocida general Augusto José Ramón Pinochet que había asumido como comandante general del Ejército el anterior 23 de agosto, designado por él en reemplazo del renunciante general Carlos Prats, se había hecho cargo de la conducción del estado chileno el 3 de noviembre de 1970 cuando sucediera en la presidencia al demócrata cristiano Eduardo Nicanor Frei.
Para ello se había impuesto como candidato de la Unidad Popular integrada por el Partido Socialista, el Partido Comunista, el Partido Radical, el Partido Social Demócrata, el Movimiento de Acción Popular Unitaria y la Acción Popular Independiente, en las elecciones de ese año, oportunidad en la que obtuviera 1.070.334 votos, el 36,62 por ciento del total, pero luego, cuando se produjo la definición en el Congreso, con el apoyo de los democristianos y sus aliados, que habían salido terceros, obtuvo una contundente mayoría.
Su gestión política se había iniciado el 15 de mayo de 1937 al asumir como diputado nacional. El 28 de agosto de 1939 pasó a ser ministro de Salubridad, Previsión y Asistencia Social, tarea que tuvo que ver con su condición de médico. En 1943 fue designado secretario general del Partido Socialista y en 1945 regresó al Congreso, esta vez como senador nacional, siendo reelecto en 1953, en 1961 y en 1969, mandato este último que se interrumpiese en 1970 al llegar a la presidencia. Entre diciembre de 1966 y mayo de 1969 había presidido el Senado.
Quién era conocido por el apodo de “Chicho” se graduó en medicina en la Universidad de Chile donde presentara en 1933 una tesis doctoral sobre “Higiene mental y delincuencia”. Desde 1930 se desempeñó como cirujano al par que ocupaba cargos políticos y desde 1935 fue integrante de la masonería. Hoy, su memoria, entre otras tantas reivindicaciones, es realzada en el sitio web de la “Fundación Salvador Allende”.
Este primer presidente marxista en la historia mundial llegado al poder por vía de elecciones generales antes de ser electo en 1970 se había presentado como candidato a gobernar el país en tres oportunidades. La primera de ellas fue en 1952, cuando fuese reelecto Carlos Ibáñez del Campo, en las que obtuviera solamente el 5,45% de los sufragios. En 1958, oportunidad en la que triunfara Jorge Alessandri, ya alcanzó el segundo lugar con el 28,85%, y en 1964, cuando se impusiera Eduardo Frei, llegó al 38,94%.
Llegado a la presidencia impulsó “la vía chilena al socialismo” dentro de las formas constitucionales ya existentes. Para ello avanzó en materia económica profundizando la reforma agraria iniciada por Frei, estatizando sectores claves y estableciendo la nacionalización de la explotación minera basada principalmente en el cobre. Una gestión que se desarrolló en medio de la “Guerra Fría” que tenía lugar en el planeta con los Estados Unidos de América en el ámbito capitalista y la ex Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas en el del socialismo. Desde este último recibió fuertes respaldos políticos y entre ellos se contó la visita del líder cubano Fidel Alejandro Castro.
Como contracara estuvieron los intereses estadounidenses que impulsaron el golpe de estado encabezado por Pinochet cuya dictadura se prolongó durante dieciséis años y medio. Éste, ese 11 de septiembre de 1973, hizo que el Palacio de la Moneda, la sede presidencial, fuese atacado por aviones y tanques. Ante la imposibilidad de ofrecer resistencia, tras un breve escarceo, Allende se suicidó disparándose una bala.
De origen vasco, según se cuenta, su acercamiento a las ideas de izquierda se produjo cuando en Valparaíso, donde era funcionario su padre, conociera al zapatero Juan Demarchi, un viejo anarquista, con el que jugaba al ajedrez, un juego ciencia que obliga a activar el cerebro. También fue un gran amante del teatro, algo que compartió, ya casado, con su esposa Hortensia Bussi, la “Tencha”, con la que concurría asiduamente a las sesiones siendo su actriz preferida Marés González.
Su actuación política la inició en la universidad donde en 1930 llegó a la vicepresidencia de la Federación de Estudiantes Chilenos de donde terminó siendo expulsado. Luego fue detenido hasta que lo liberaron ante la inminencia de la muerte de su padre. En 1933 fue cofundador del Partido Socialista de Chile y más tarde, siendo ya masón, impulsó la adhesión al Frente Popular mientras desempeñaba funciones profesionales, entre ellas la de editor del Boletín Médico de Chile. Como anécdota cabe señalar que el 6 de agosto de 1952 fue protagonista del último duelo de honor habido en ese país. Fue a pistola con el senador Mauricio Raúl Rettig pero ambos, que luego se amigaron, erraron sus disparos.
La campaña para la elección del 4 de septiembre de 1970 ya mostró la enemistad del gobierno estadounidense hacia su figura. La Central de Inteligencia Americana, la CIA, mientras invirtió en su contra alrededor de un millón de dólares estadounidenses de entonces, con un poder de compra infinitamente superior al actual, acusó a las autoridades cubanas de haberle entregado 350.000 a la Unidad Popular y otros 400.000 las soviéticas y 15.000 la entonces República Democrática Alemana.
El presidente Nixon, conocidos los resultados, ordenó impedir que Allende asumiese la presidencia para lo cual la CIA puso en marcha dos alternativas que resultaron fallidas; la Track One y la Track Two. La segunda le costó la vida al comandante en jefe del Ejército, el general René Schneider, asesinado por un grupo de ultraderecha. Asumido Allende, Nixon y Kissinger lanzaron un boicot económico contra Chile que no recibió de la URSS el apoyo que esperaba aun cuando fuera a gestionarla personalmente en 1972. Si consiguió aportes de China y de países socialistas de Europa Oriental.
La popularidad de su gestión, que contaba con el apoyo, entre otros del poeta comunista Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, el notable Pablo Neruda, Premio Nobel de Literatura, quedó de manifiesto cuando en los comicios municipales realizados en abril de 1971 la UP incrementó fuertemente su votación llegando al 49,73%. Pero, en tanto, el sabotaje de los EUA y sus seguidores había complicado fuertemente la balanza comercial que pasó de un superávit de US$ 95 millones a un déficit de 90 millones mientras las reservas cayeron de 394 millones a 163 millones, lo que hizo que se suspendiese el pago de los vencimientos de la deuda externa.
Con el financiamiento de la CIA se endureció la oposición siendo, además, cada vez más críticos los medios periodísticos. En octubre de 1972, siempre con el mismo apoyo monetario, se produjo el paro de la Agrupación de Dueños de Camiones, al que se sumaron entidades de profesionales como abogados, ingenieros, médicos y otros. En esas circunstancias las Fuerzas Armadas se sumaron al gobierno y ocuparon tres importantes ministerios en el gabinete presidencial.
Mientras la aprobación de la gestión presidencial, si bien en baja, se mantenía cerca del 50%, en las elecciones parlamentarias de marzo de 1973, la UP incrementó su presencia en el Congreso con tres diputados y un senador. A su vez, el cardenal Raúl Silva Henríquez, luego acérrimo opositor de Pinochet, buscó un acuerdo con la democracia cristiana que no prosperó. A partir de entonces se sucedieron una serie de hechos como paros, agresiones callejeras, asesinatos y hasta un fallido intento golpista. El 9 de agosto hubo un recambio ministerial y fueron cuatro los militares que integraron el gabinete pero pronto hubo renuncias y recambios. También hubo problemas con la justicia la que, a su vez, era atacada popularmente por estar integrada con “viejos de mierda”. Frente a todo ello la derecha, representada por el Partido Nacional intentó destituir a al presidente por la vía parlamentaria.
El 21 de agosto se produjo una manifestación de esposas de militares las que apedrearon la casa del general Prats, defensor de la legalidad. Éste, al no recibir un respaldo de los generales renunció y Allende designó en su lugar a Pinochet quién asumiera dos días después. El 7 de septiembre el almirante José Toribio Merino convocó, mediante una carta reservada, a los jefes de las otras dos fuerzas a dar el golpe el 11. Pinochet tomó la decisión de hacerlo el 9 después de una conversación con Allende quién le adelantó que iba a convocar a un plebiscito. Después todo se disparó y recién, casi dieciocho años más tarde Allende tuvo su reconocimiento cuando así lo dispusiera el 4 de septiembre de 1990 el presidente democristiano Patricio Aylwin en el marco de la transición al orden constitucional.
A partir del golpe en Chile desde el gobierno estadounidense se incrementó la postura de terminar con los gobiernos populares en América Latina. Ya por entonces en la Argentina se había producido la instalación de un gobierno liderado por el peronismo que llevó a la presidencia a Héctor José Cámpora inicialmente y que derivó, con el tiempo y tras algunas sucesiones, la última la de María Estela Martínez, “Isabelita”, en el golpe encabezado por Jorge Rafael Videla, cuyo genocidio no tuvo parangón. Todo ello encuadrado en el “Plan Cóndor” impulsado por Kissinger en el que participaron los gobiernos dictatoriales de la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, como más activos, y Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela en forma ocasional, con los EUA a la cabeza.
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*Periodista, historiador y docente universitario argentino
Au 47ème anniversaire du Coup d’Etat criminel
et de la mort du président Allende
Les événements vécus actuellement par notre pays semblent être destinés à fermer le fatidique cycle historique commencé le 11 septembre, il y a 47 ans. Cette sombre période au cours de laquelle les riches et les secteurs dominants prirent la revanche et effacèrent à coups de sabre le progrès social obtenu après plus de 50 ans. Pour cela ils ont annulé la Constitution de 1925, fermé le Parlement, interdit les partis politiques et les syndicats, anéanti la liberté de presse – à l’exception de la « Tercera » et du « Mercurio » – poursuivi, emprisonné et assassiné “le meilleur” de notre peuple.
En un rien de temps, ils ont remodelé le pays selon les désirs et les intérêts de la classe dominante. Ils ont transformé l’éducation, la santé, le logement, les retraites, etc. Les droits de tout le monde en juteuses affaires pour quelques-uns. La Constitution de 1980 imposée par la violence, le crime et le sang versé a officialisé ce vol et cette usurpation. Le premier sang versé fut celui du Président Allende et des camarades qui l’accompagnaient, suivi de celui de milliers de Chiliens torturés, assassinés et portés disparus. Nous avons été des milliers à être obligés à abandonner notre terre, nos amis et nos familles et nombre d’entre nous ne reverrons plus jamais les sommets enneigés de la Cordillère des Andes.
Nous avons cru qu’en 1990, avec la fin formelle de la dictature civico-militaire les divers gouvernements élus nous rendraient la justice sociale et le droit de toutes et de tous les citoyens à une vie plus digne. Rien de cela n’a eu lieu et les nouvelles autorités se sont accommodées du modèle politique-économique hérité de la tyrannie.
46 ans après le coup d’Etat de 1973, 30 ans après la fin du sanglant régime civico-militaire, le peuple a dit « ASSEZ ! » et est sorti dans la rue. Il est sorti par millions et rien ni personne n’a pu l’arrêter. Certes, dans une trouble transaction faite en tournant le dos au peuple, le pouvoir et la classe politique ont été acculés à céder le minimum, mais céder au delà de ce qu’il leur était imaginable :VOTER POUR EN FINIR AVEC LA CONSTITUTION DE LA DICTATURE
Rien de cela n’aurait pas été possible sans le sacrifice des milliers de blessés, des centaines de mutilés et du courage de ceux qui aujourd’hui sont en prison pour avoir mené la lutte. Nous ne l’oublierons jamais.
La nouvelle Constitution devra arracher des mains des riches notre droit à une vie digne et correcte. Pour que nos enfants, leurs enfants et petits enfants puissent vivre dans un autre Chili. Un pays qui puisse rétablir les droits sociaux de toutes et de tous, qui reconnaisse la diversité culturelle, la pluralité de nos racines historiques, la dignité et les droits du peuple mapuche. ¡TOUT CELA EST POSSIBLE ET NOUS L’OBTIENDRONS PAR NOTRE LUTTE !
Nous en sommes là. A presque un demi-siècle de l’assassinat de la fragile démocratie chilienne bâtie avec le sang, la sueur et les larmes de nos parents et grands parents. Rien n’est perdu, nous avons tout à gagner grâce à notre lutte irrésistible et la volonté tenace du peuple chilien.
¡¡¡Compañero Salvador Allende, Presente!!!
¡¡¡Compañeros detenidos-desaparecidos, presente!!!
¡¡¡Barremos con la Constitución de la dictadura civico-militar!!!
¡¡¡Tierra y Libertad para el pueblo Mapuche!!!
¡¡¡Solo la lucha nos hará libres, con todas y todos, sino pa’qué!!!
Consejo deAdministración de la AEXPPCH-Francia