Repercusiones de la destitución del Gral.Manini Ríos (3)

  “Hay que dimensionar la gravedad

de lo sucedido”

Con Gerardo Caetano.

Lourdes Rodríguez

15 marzo, 2019

El general escuchó la decisión de Tabaré Vázquez de destituirlo, se puso sus ropas de combate, se paró frente a una cámara, dirigió al Ejército un discurso personal y político, y utilizó los canales oficiales para difundirlo. “No hay que subvalorar lo que significa y puede desatar Guido Manini Ríos en el Uruguay de hoy”, opina el historiador y politólogo. Que el ex comandante se haya erigido como “caudillo” es, para Caetano, consecuencia de una política militar “equivocada y omisa” del oficialismo. A su vez, considera un “grave error” que Luis Lacalle Pou pierda de vista que asuntos como estos “refieren a una dimensión institucional que trasciende las pugnas político-partidarias”.

¿Qué lecturas admite el “mensaje de despedida” del ex jefe del Ejército?

—Antes que nada, hay que dimensionar la gravedad de lo sucedido. Parece un hecho que no podría ocurrir en el Uruguay del siglo XXI, en 2019, un año electoral, además. Un comandante en jefe del Ejército destituido por el presidente de la República aparece con un mensaje totalmente provocativo e inaceptable, con uniforme y discurso de combate, utilizando un medio oficial. Si alguien lo hubiera pronosticado hace cinco o diez años, hubiera sido considerado casi un demente. Y esto ocurrió esta semana. A pesar de que Vázquez actuó como debía en esta instancia, lo ocurrido refiere al fracaso de una política militar equivocada y omisa del gobierno. Manini Ríos nunca debió ser designado comandante en jefe del Ejército. Y, si se erró el camino, debió ser destituido hace años. Sólo hace falta recorrer sus dichos y sus hechos, por lo menos desde 2016, en especial los referidos a los juicios sobre represores y el tema de la verdad y la justicia sobre lo ocurrido durante la dictadura. No advertir esto, no asumir la responsabilidad política por lo ocurrido, no admitir que el caudillo militar creado más de tres décadas después del fin de la dictadura cívico-militar es también el fruto de una política militar equivocada, es eludir la realidad. Miremos su mensaje de despedida. Asume el rol de intérprete sesgado de las razones que tuvo el presidente para destituirlo. Reincide en sus críticas al Poder Judicial; vuelve a acusarlo de actuar sin pruebas y sin apego “a elementales principios del derecho” en sus juicios sobre connotados represores de la dictadura. Utiliza un canal oficial para profundizar sus acusaciones políticas al partido de gobierno. Marca una vez más su postura política frente a los dos principales temas de la agenda sobre el tema militar, y acusa de injustos y arbitrarios la ley de retiros militares aprobada y el proyecto de la nueva ley orgánica militar. Hace un balance de su gestión en el que dice haber bregado (y aquí no hay nada más persuasivo que la cita textual, que no necesita comentarios) por “sacar adelante a nuestro Ejército enfrentando (…) las falsedades de burócratas incapaces de ver la realidad, enceguecidos en su soberbia o atrapados en sus prejuicios ideológicos y la acción de aquellos que lucran con la confrontación, convertidos en peones bien pagos de los centros de poder mundial, siempre dispuestos a ejecutar un perverso libreto que lleve a la destrucción de nuestras instituciones y deje a los uruguayos en el más absoluto estado de indefensión”. ¿Qué más? ¿Se podía decir algo más grave? ¿No se incurrió en un delito? ¿Se puede encontrar algún fundamento democrático para defender esta actitud? Además, nunca se entiende un texto sin su contexto. Todo ese discurso se hace con la figura de Artigas de fondo, a quien se invoca como quien anima al Ejército como institución “que nació bajo la égida del más popular de todos los caudillos”. Se trata de la reedición de esa visión inadmisible –peligrosa– de proyectar una línea de continuidad histórica entre “la admirable alarma” y el “pueblo en armas” de 1811, con el primer ejército profesional y con identidad corporativa que emergió en la Guerra de la Triple Alianza, bajo liderazgos autoritarios, como los de Lorenzo Latorre y Máximo Santos. Y todo esto desde un discurso mesiánico, típico de estas arcadias regresivas con sus líderes redentores, habituales en la América Latina de hoy, comprometido con una convicción de lucha incondicional por “causas justas”, por las que se ufana en dejar “un Ejército unido (…) y consciente de ser cada vez más la esperanza de los más desesperados”. ¿Qué más?

—Como mencionabas recién, Manini Ríos introduce como temas de fondo en el relacionamiento con el Ejecutivo la reforma de la caja militar y de la ley orgánica. Una puede suponer que uno de los aspectos en juego es el achicamiento de las Fuerzas Armadas, particularmente de coroneles en el Ejército. De hecho, Ernesto Talvi, precandidato de la oposición, twiteó al respecto: “Hay que hablar de lo que medio país cuchichea: ¿tiene sentido, con nuestro tamaño y en este tiempo, tener unas Fuerzas Armadas convencionales, teóricamente preparadas para la guerra?”.

—Deben celebrarse estos dichos del precandidato colorado, así como otros mensajes provenientes de otros sectores de la oposición que apoyan con lealtad institucional la actitud del presidente. Como bien dice Talvi, hay que hablar de lo que medio país cuchichea. Este es el centro de la discusión y no es para nada “ultrista” recoger esta idea y discutirla con responsabilidad y moderación. El subsidio estatal a la caja militar (aunque no se la quiera llamar así) puede tener muchas comparaciones: la última de ellas refiere al 1 por ciento del Pbi, casi una cuarta parte del preocupante déficit fiscal actual. ¿Resulta razonable, en clave ciudadana, eludir esta discusión? ¿Es revanchista y prejuicioso en términos ideológicos ignorar ese debate? Incluso desde una perspectiva que se haga cargo en serio de las condiciones de vida de las franjas más bajas de la fuerza militar, ¿puede proponerse para ellos un futuro mejor ignorando este debate estructural o buscando su progreso desde su involucramiento en una guardia nacional con tareas explícitas en el área de la seguridad pública interior? ¿Es que no se advierte la relevancia de estos temas a escala regional y hasta global? Sobre todo, de esto hay que persuadir –o despertar– a muchos dirigentes “distraídos” de la oposición, pero también –y, tal vez, sobre todo– del propio gobierno frenteamplista.

—Frente a la destitución, Luis Lacalle Pou habló del “apego a las normas” de Manini Ríos, a quien consideró “un digno comandante”. El senador herrerista Javier García, que tiene en su sector a militares retirados, valoró que se trató de “una decisión de la interna del FA” y de una “victoria de sectores radicales”. Verónica Alonso llegó a imaginarlo como un “excelente” ministro de Defensa. ¿Cómo analiza el posicionamiento de la oposición en general y, en particular, del Partido Nacional, que de alguna manera parece estar amparando al ex comandante?

—Para parafrasear una frase evangélica, separemos la paja del trigo. En verdad, y con todo respeto, no creo que en este momento haya que tomar muy en serio los ofrecimientos ministeriales de Alonso. Sí resultan muy preocupantes las opiniones de Luis Lacalle Pou y su grupo, posicionados como una alternativa real de 
disputa por el timonel del gobierno a partir de los inciertos resultados de las elecciones de 2019. Creo que Lacalle Pou y algunos de los principales referentes de su sector se equivocan, y mucho, en el análisis de este episodio y de la gestión de Manini Ríos. En verdad, lo lamento como ciudadano, porque están en juego asuntos que refieren a una dimensión institucional que trasciende las pugnas político-partidarias. No advertir con claridad que Manini Ríos transgredió franjas y reglas de juego básicas de nuestro acuerdo de régimen en torno a la democracia constituye, a mi juicio, un grave error. Con recelo, pero con visión institucional, otros dirigentes opositores, como Larrañaga y hasta Sanguinetti, lo advirtieron con firmeza, este último más allá de su tropismo antifrenteamplista.

—Al menos en Uruguay, los partidos testimoniales, como Cabildo Abierto, presentado el miércoles, no tienen mayor proyección electoral. A su vez, las expresiones de ultraderecha en estas elecciones parecen estar fraccionadas. ¿Qué suerte se puede augurar?

—Hay que advertir con mucha preocupación que, en el continente y en el mundo, la principal tentación de las derechas es volverse ultraderechas, que el empoderamiento por distintas vías de los ejércitos es una tendencia creciente. Esto no debe ignorarse ni banalizarse: resultan procesos y evoluciones gravísimos. Hay que advertir que, por suerte, esto no parece estar ocurriendo en Uruguay, al menos no en relación con los principales candidatos con chances reales de disputa. Dicho esto, como me enseñaron cuando jugaba al fútbol, a seguro lo llevaron preso. Creo que la ambición política en Manini Ríos venía de muy atrás. Muy probablemente, buscaba un final que lo ubicase como víctima. No hay que subvalorar lo que significa y puede desatar Manini Ríos en el Uruguay de hoy. Su rumbo fuera de los partidos tradicionales le augura un camino en repecho. Sobre todo, si cede a la tentación ultraderechista, que en América Latina es militarista y está unida al fundamentalismo religioso, dos tendencias que anidan en Manini, pero que no parecen ser populares en el país, al menos no en la coyuntura más actual. Pero hay que desconfiar. Y mucho. Hace cinco años, Manini Ríos era un desconocido y, luego de este gobierno, se ha convertido en un caudillo militar con ambiciones políticas, que convoca a, entre otros, los nostálgicos de la dictadura. No es poca cosa. Debería generar preocupación. Por ello resulta imperativo promover la asunción de responsabilidades políticas y generar cambios fuertes en la política militar.

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Verde oscuro

Manini Ríos y el Ejército: un liderazgo desafiante que creció a fuego lento.

Rosario Touriño

15 marzo, 2019

Los fallos de los tribunales militares que le dieron la excusa a Tabaré Vázquez para cesar a Guido Manini Ríos fueron la gota que desbordó el vaso, pero también una provocación política final y reveladora de un pensamiento inmutable en el Ejército. Los generales firmaron las resoluciones que exculparon a Maurente, Gavazzo y Silveira por crímenes de lesa humanidad, apenas cinco días después de que el ex comandante fuera arrestado a rigor. Uno de los firmantes fue José González, el general ya designado nuevo jefe del Ejército. Manini siguió desafiando aun después de cesado, y parecen ser varios quienes se lo disputan como cuadro político.

Un funcionario que llegó a ocupar altos cargos en el Ministerio de Defensa (Mdn) cuenta que los comandantes en jefe, cuando son destituidos, suelen preguntar cuánto tiempo tienen para abandonar el despacho. Es de suponer que el comandante del Ejército, ahora retirado, Guido Manini Ríos no hizo esa pregunta y se tomó todo el tiempo del mundo para despedirse con la última provocación. Así, pudo montar su última producción con recursos públicos y filmarse durante nueve minutos para despacharse sin tapujos sobre todos sus conflictos con el presidente de la República y para enarbolarlos como estandarte de lo que será su casi segura entrada a la política partidaria.

Si algo no le faltó a Manini, un militar con un linaje de varias generaciones de políticos que ocuparon importantes cargos en gobiernos del Partido Colorado, pero que también tiene vínculos familiares con el Partido Nacional, fue tiempo para fraguarse como caudillo. El general, que todos vinculan a la famosa logia ultranacionalista de los Tenientes de Artigas, había sido designado como el jefe del Ejército en el último mes de la presidencia de José Mujica, cuando la batuta del cuerpo militar era llevada por el ministro Eleuterio Fernández Huidobro. El ex líder tupamaro fallecido no escondía su predilección por el “trabajo interno” dentro de las Fuerzas Armadas –la logia de los Tenientes no le era para nada ajena–, y ya se sabía que iba a seguir al frente del ministerio en el período de Vázquez. Manini era un hombre conocido tanto por Fernández Huidobro como por Luis Rosadilla, ambos fundadores de la Cap-L, un espacio que promulgaba una visión nacionalista de las Fuerzas Armadas y que el rol de los uniformados para el siglo XXI era soberanista (cuidar los recursos naturales, por ejemplo). Nuevas funciones para viejas fuerzas, podría decirse.

Cuatro años tuvo Manini para erigirse en el vocero más querido de la corporación de la fuerza de tierra y para expresar las opiniones más virulentas sobre la historia reciente o la intención del poder civil de cambiar reglas de funcionamiento anacrónicas y privilegiadas (como las que refleja una ley de funcionamiento que fue aprobada en plena dictadura y que sobredimensionó el tamaño y el estamento superior de las Fuerzas Armadas). Lo que Manini Ríos escribió en los expedientes de los tribunales de honor creados para “juzgar” (las comillas son adrede, porque ninguna justicia entre cofrades puede sustituir la del Poder Judicial) la actuación de José Gavazzo, Jorge Silveira y José Maurente, y luego ratificó de modo crudo y directo en el mentado video, no difiere de lo que los voceros del Centro Militar vienen diciendo desde siempre.1 Lo que le da otra gravedad es desde qué lugar lo dice y el tono con que lo dice. “Nunca se vio algo similar a esto en los gobiernos del Frente Amplio”, admite a Brecha un dirigente muy versado en temas de defensa, “por lo general, el comandante sustituido se llamaba a silencio”. Es muy grave, en el plano formal, pero no parece ser muy distinto de lo que piensan otros generales en actividad, para quienes Manini se ha convertido en líder espiritual. De hecho, el nuevo comandante, el general José González, fue precisamente uno de los integrantes de esos tribunales que entendieron que Gavazzo y Silveira fueron imputados en hechos “que no están lo suficientemente aclarados” y que “no existen pruebas suficientes para condenarlos” (lo mismo dicen para el caso de Maurente). La integración de los tribunales se supo a través de filtraciones de prensa,2 ya que nada de la actuación de estos estamentos, hasta ahora, había sido pública (mucho menos los criterios para decidir la integración, los fundamentos completos o los propios fallos). Las resoluciones del presidente de la República se convirtieron en el primer documento oficial que los refiere y que llegan a la luz pública en el mismo día de la destitución (el martes 12 de marzo).

Y, como puede suponerse, tampoco es muy diferente lo que Manini opina de las condenas a los represores que cometieron homicidios, torturas y violaciones de la visión de quienes podrían ser sus próximos votantes. A modo meramente ilustrativo, no fue para nada forzado lograr la opinión de uno de los asistentes al lanzamiento del llamado partido Cabildo Abierto, el que aparece –por ahora– como posible plataforma de lanzamiento de la candidatura del ahora militar retirado. Un hombre de 89 años, con una boina que recuerda a la de los carlistas, le dijo a Brecha“Yo estuve con Jorge Batlle; a Sanguinetti no lo voy a votar nunca, porque fue el que amnistió a todos estos que están ahora; a estos, mire, la verdad, habría que haberlos matado a todos”. El veterano no parecía un concurrente caído del cielo, ya que se saludó efusivamente con todos los presentes, incluido el presidente “provisorio” del novel partido, el ex director de la Escribanía de Gobierno de Presidencia Guillermo Domenech (véase recuadro). “Yo fui reservista. Soy del tiempo de (Alfredo) Baldomir. Trabajé en la Marina y en el Fusna”, contaba el hombre, seguro de que Manini va a aceptar ser candidato presidencial de este partido que se identifica con el ideario artiguista, mas no (aún) con el de Jair Bolsonaro.

Si escrito por su puño, en un documento oficial destinado nada menos que al presidente, el cuestionamiento a uno de los poderes independientes del sistema democrático es inaceptable, enunciado frente a una cámara, con la investidura militar y en lo que parece ser una oficina pública, a pocas horas de ser cesado, se convierte en un desafío inédito. En formato audiovisual y con algunos efectos de posproducción que dejan a Artigas como una suerte de espíritu aparecido en una puerta, Manini repite que en unos diez casos de procesamientos de represores ha quedado demostrado “en forma incontrastable que la justicia actuó sin pruebas y sin respetar los más elementales principios del derecho”. Y en otro pasaje ya decididamente proselitista, Manini no sólo se despacha nuevamente contra el poder civil, sino que también se da el lujo de difundir un mensaje claramente nacionalista: “He tratado de sacar adelante a nuestro Ejército enfrentando la incomprensión de muchos, las falsedades de burócratas incapaces de ver la realidad enceguecidos en su soberbia o atrapados en sus prejuicios ideológicos y la acción de aquellos que lucran con la confrontación, convertidos en peones bien pagos de los centros de poder mundial, siempre dispuestos a ejecutar un perverso libreto que lleve a la destrucción de nuestras instituciones y deje a los uruguayos en el más absoluto estado de indefensión”. El video de despedida estuvo colgado en la web y en redes sociales del Ejército hasta que el Mdn ordenó levantarlos. Hasta el momento en que se escribían estas líneas, diversas fuentes manejaban la posibilidad de una nueva sanción para Manini (algo que es posible aunque el general ya esté retirado) o para quienes subieron el video, pero también estaban quienes alegaban que volver a sancionar al general podría “hacer crecer más al monstruo” y a sus acólitos “gorilas”.

CAUSA DE OCASIÓN. Manini, pues, tuvo cuatro años para cultivar este perfil público, que ahora decanta en el año electoral, aunque sus audacias comenzaron a encadenarse después de la muerte de Fernández Huidobro y la llegada al Mdn del socialista Jorge Menéndez. Porque, además, fue en estos últimos años cuando el Ejecutivo procuró apretar las clavijas con un par de proyectos destinados a achicar el tamaño de las Fuerzas, en particular el del Ejército, y a reformar un sistema jubilatorio que implicaba una asistencia anual de 400 millones de dólares y que en breve, según el equipo económico, podría llegar a los 700 millones. Tanto los cambios en el sistema de jubilaciones de las Fuerzas Armadas como la ley orgánica militar (planes que los gobiernos frenteamplistas declaraban desde 2005) fueron también mencionados como causas de malestar por el ex comandante. Manini confirma en el video su disgusto por no haber podido concurrir al Parlamento a explicar las discrepancias con estos proyectos. En una entrevista grabada un día antes de su cese, concedida al programa Todo Pasa (Océano FM, lunes 11), el militar vuelve a resistirse a sujetarse al poder civil, al responder que siempre el Parlamento recibe la “opinión de los afectados”, a quienes hay que escuchar “directamente”, en temas que son muy “sensibles”. A pesar de las presiones de blancos y colorados, el ministro Menéndez había negado la concurrencia de los comandantes al Parlamento, por entender que las tres ramas de las Fuerzas Armadas habían sido consultadas para redactar el proyecto (véase “Me negarás tres veces”, Brecha, 1-III-18).

Por eso es en 2017 y 2018, cuando empiezan a discutirse estos proyectos y también cuando se crea una fiscalía especializada en derechos humanos, que Manini empieza a mostrarse en todo su esplendor. Así, en mayo de 2017, se había ganado algunas anotaciones en su legajo por algunas alusiones críticas a la reforma de la caja militar, y en setiembre de 2018, los 30 días de arresto a rigor por sugerir que el ministro de Trabajo, Ernesto Murro, mentía. Hay quienes creen, en el oficialismo, aunque sólo lo expresan en privado, que hubo demasiado tire y afloje entre Vázquez y Manini, y que, antes de aplicarle esa inédita sanción, debió ser cesado. También, se reconoce el peligro de haberlo dejado crecer en contexto electoral y con los cambios de signo en la región. El escrito de Manini con sus opiniones sobre el Poder Judicial (pieza que forma parte de los fallos de los tribunales de honor), que habría llegado a manos del ministro de Defensa el 13 de febrero pasado, entonces, ofició de pistoletazo de Sarajevo, de causa de ocasión, en un largo y tortuoso enfrentamiento.

EL FALLO DE LOS FALLOSLas resoluciones de los tribunales dejan mucha tela para cortar. Además de las cuestiones de transparencia, los fallos se demoraron por un año (por lo menos, uno de ellos), aunque se referían a autores condenados por, entre otras cosas, 28 homicidios muy especialmente agravados por tres sentencias judiciales (“cosa juzgada”, como dice el Poder Ejecutivo). Llama la atención la decisión del presidente de no homologar el fallo del generalato sobre Maurente (el tribunal militar encontró “falta absoluta de culpabilidad”),pero sí el que evaluó la actuación de Gavazzo y Silveira. Es que ambos represores fueron condenados por los generales, pero no por ningún crimen de lesa humanidad, sino por fisuras relacionadas con la omertà. La “falta gravísima” en los códigos de honor de estos militares no estuvo, para el generalato, en los aberrantes crímenes de los condenados, sino en que “no le comunicaron a la justicia penal ordinaria” que Juan Carlos Gómez, condenado por el “fallecimiento” de Roberto Gomensoro, “era inocente”. Y si bien en la resolución presidencial plantea que hay “una conexión inexorable entre el honor de las Fuerzas Armadas y los delitos por los que fueron condenados penalmente los militares enjuiciados”, Vázquez resolvió homologar la falta colateral (pero gravísima, para la corporación militar) referida a Gómez, y, por lo tanto, todo el fallo en sí.

Un elemento muy relevante es cuándo se expidieron los tribunales. Precisamente: el 15 de setiembre de 2018. Tan sólo cinco días después de que el jefe del Ejército fuera sancionado por el gobierno (Brecha pudo confirmar que ello ocurrió el 10 de setiembre). Es decir, casos que dormían desde 2017 en los tribunales, curiosamente, se dirimen luego del arresto, lo cual los reviste de un notorio significado político.

Otro factor de preocupación en filas de la izquierda es que el nuevo comandante en jefe del Ejército fue uno de los integrantes titulares de los tribunales, y, por tanto, suscribió los fallos. Las resoluciones fueron firmadas por “unanimidad”, por lo cual debería inferirse que el general González, un infante y paracaidista –al igual que Manini– suscribe filosóficamente los cuestionamientos a la justicia penal y todo lo demás. ¿Cuál es la esperanza depositada en este general que al parecer trabajó en el despacho de la ministra Azucena Berruti? Su perfil bajo.

Nacido en 1962, por lo cual egresó como alférez en los primeros años de los ochenta (aún en dictadura), González es descrito por gente que trabajó en el Mdn como “un general de los más jóvenes”. Aunque los consultados por Brecha no ocultan que siempre las evaluaciones son subjetivas, este general no aspiraría a “estar expuesto o a trabajar para estar expuesto”, tendría un perfil opuesto al de Manini y es considerado “un buen profesional”, dispuesto a acatar las órdenes. Esas características, más allá de la firma de los fallos, serían importantes para este momento de tanta rebeldía política en el Ejército, en un año en el que el oficialismo advierte una gran ofensiva “de la derecha” y en el que aspira a aprobar no más allá de mayo la postergada ley orgánica militar. Si Manini buscó este desenlace o si Vázquez lo esperó, y, silenciosamente, buscó una carta ganadora para destituirlo, es materia opinable entre los consultados. Los dos elementos confirmados son que Vázquez resolvió sobre los fallos el mismo día en que se reunió con Manini (no en el mismo momento en que conoció los expedientes) y que habría sido el ex comandante quien pidió la reunión con el presidente (y no al revés). En medio del tire y afloje, se habían filtrado versiones de retiro voluntario del militar y también la participación del general en un asado servido por el diputado de Florida José Arocena (Todos, Partido Nacional).

LA PROYECCIÓN. Lo que atrapará ahora la escena política será si Manini podría estar habilitado para participar en las próximas elecciones y si aceptaría candidatearse en una plataforma tan singular como la del partido Cabildo Abierto. En Uruguay, a los partidos nuevos se les ha hecho dificultoso poder desplazar a los tradicionales. Por otro lado, a juzgar por las opiniones en el Partido Nacional y por los vínculos de su esposa (Irene Moreira es edila por el sector de Lacalle Pou en Artigas), podrían no faltarle propuestas. Verónica Alonso opinó que el general retirado podría ser un excelente ministro de Defensa en un gobierno blanco y el senador Javier García (Lista 40), que ya tiene a Hebert Fígoli en sus filas, comentó que habían ganado “los sectores radicales” del FA, sin inmutarse por los cuestionamientos de Manini hacia el Poder Judicial.

La gente de Cabildo Abierto espera el sí del general, pero la gran pregunta es dónde Manini podría ser más influyente, ya que hasta el momento tanto blancos como colorados han sido aliados al no haber apoyado las reformas implementadas por el Frente Amplio. Por lo pronto, Julio María Sanguinetti ya hizo saber que “lo peor que podría hacer” es crear “un partido militar”, o dividir al sistema político “a lo Novick”.

A pesar de estos vericuetos electorales, otra cuestión será la discursiva. Manini no sólo ha dejado en claro que, si se larga a la política, luchará contra las “injusticias” contra las Fuerzas Armadas, sino que también combatirá para que la sociedad uruguaya recupere “el respeto por la autoridad” y para que la familia “vuelva a ser la base de la sociedad”. De hecho, otro de sus malestares es que el gobierno nunca le haya respondido sobre su propuesta de rehabilitar jóvenes en los cuarteles, ideas que en el pasado llegaron a ser manejadas por el propio ex presidente Mujica. La extensión de las tareas de los militares es otra polémica cuestión que el oficialismo discute de cara a la reforma de la ley orgánica.

En Brasil, hay quienes analizan que Bolsonaro expresa el poder de las tres “b”: bala, biblia y buey (por los militares, la religión y el agro). Habrá que ver si en Uruguay estos fuertes grupos de interéspodrían llegar a expresarse en algún liderazgo político similar y si Manini, un general católico (que según el semanario Búsqueda llegó a repartir biblias a los soldados), que posee campos y proviene de una larga dinastía política, podría ser su catalizador electoral o si preferirá influir dentro de algún partido tradicional, como ha venido haciendo hasta ahora.

  1.   A propósito, el presidente de esa organización, Carlos Silva, dijo que era el comandante del Ejército “más prestigioso” desde 1985: “nuestro comandante”.
  2.            El tribunal estuvo integrado, además, por Gustavo Fajardo y Alfredo Erramun (hoy al frente del Esmade). Los suplentes fueron José Alcaín, Ricardo Fernández y Claudio Feola.

El partido Cabildo Abierto

Esperando el sí

En la presentación del nuevo partido que podría alojar a Guido Manini, había casi más periodistas que asistentes. No más de cuarenta personas, buena parte de ellas vinculadas a la familia militar, llegaron al hotel Ibis. Guillermo Domenech, el escribano de la Presidencia que se encargaba de pasar el libro de actas de los cambios de mando presidenciales, es por ahora la cara visible. En la conferencia de prensa, aseguró que presentaron 3 mil firmas. Domenech leyó un documento con mucha solemnidad y afirmó que el partido (que antes se iba a llamar Movimiento Social Artiguista) es un “impulso” que brota desde lo profundo “de los barrios y los pueblos”. Luego de afirmar que era inútil definir a la nueva organización como de izquierda o de derecha (categoría “perimida”), llegó lo que todos esperaban. “Se hará el mayor esfuerzo para que Manini acepte ser nuestro candidato” fue la frase que siguió a una sucesión de elogios de la ética del general. Después, llegaron toda una serie de evasivas. “No he visto el video”“no hemos hablado con él” o “no hemos pensado en una alternativa” fueron algunas de las respuestas. Sobre los principios del partido, Domenech se encargó de evocar las frases más recordadas de José Artigas, desde las clases de primaria.

Unidad Popular votaría la reforma orgánica militar

¡Bajen el número de oficiales, por favor!

Los distintos dirigentes del FA consultados por Brecha aseguran que todo este enfrentamiento con el Ejército no cambia “en absoluto” la decisión de aprobar la nueva ley orgánica de las Fuerzas Armadas. Si bien hay algunos aspectos que se negocian en la interna –el más discutido es el número de coroneles a reducir–, el espíritu de la bancada es ser “flexible” y llegar a los acuerdos para que el proyecto sea aprobado antes de las internas de junio. “Hay que modificar esta ley que viene de la dictadura, la realidad lo pide a gritos. Es un proyecto muy importante para reafirmar el poder civil sobre las Fuerzas Armadas”, comentó la senadora y secretaria general del PS, Mónica Xavier. El emepepista Andrés Berterreche aseguró que “hay avances” y enfatizó los dos ejes definidos en el FA: aprobar esta ley en el ejercicio y con el mayor apoyo partidario posible. El diputado Iván Posada se mostró abierto a aprobar una reforma que baje significativamente el número de oficiales. Pero la novedad es que también Unidad Popular podría llegar a acordar. Eduardo Rubio confirmó a Brecha que su partido está dispuesto a votar una reducción del número de oficiales más cuantiosa que la que pretenden algunos sectores del oficialismo, “ya que el proyecto del Ejecutivo se quedó corto”.

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ES MUY PREOCUPANTE

15 de marzo de 2019

Fiscal General indagará si Manini Ríos

incurrió en delito con sus dichos sobre

Poder Judicial

La Asociación de Funcionarios Judiciales reaccionó frente a los cuestionamientos de Manini Ríos a la Justicia, ya que sostienen que los militares tienen todas las garantías cuando son sometidos a proceso

El pasado martes 12 de marzo, el presidente de la República, Tabaré Vázquez, dispuso el cese inmediato del comandante en jefe del Ejército, general de Ejército Guido Manini Ríos, por haber realizado “graves cuestionamientos al Poder Judicial”, en referencia a militares procesados por violaciones a los derechos humanos en dictadura”. 

El ex comandante en jefe del Ejército expresó a Vázquez que hay una decena de casos sobre el accionar de los militares durante la pasada dictadura militar (1973-1985) donde “queda demostrado de forma incontrastable que la Justicia actuó sin pruebas y sin respetar los más elementales principios del derecho”. Para Vázquez, esta actitud resulta “absolutamente incompatible con el cargo en que venía desempeñándose”.

Por su parte, el Fiscal de Corte Jorge Díaz se comunicó con el presidente de la Suprema Corte de Justicia para solicitar el documento donde constan críticas de Manini Ríos – informe de los Tribunales militares de Honor elevado a la Presidencia de la República.

Díaz analizará si el ex-comandante incurrió en alguna clase de delito con estos dichos.

Jorge Días enfatizó que lo expuesto por Manini Ríos “es muy preocupante”. Continuó ampliando: “Veremos cuáles son los caminos a seguir”. El Fiscal General de la Nación destacó que los casos cuestionados por el ex comandante han sido analizados por la Suprema Corte y por varios jueces de primera y segunda instancia.

La Asociación de Funcionarios Judiciales reaccionó frente a los cuestionamientos de Manini Ríos a la Justicia, ya que sostienen que los militares tienen todas las garantías cuando son sometidos a proceso, y por lo tanto las críticas son inadmisibles.

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  Cuestionamientos a la Justicia de

Manini Ríos reflejan que el Ejército no

ha procesado un “verdadero saneamiento”

tras crímenes de la dictadura, coinciden

historiadores

16 de marzo de 2019

Escribe: Mariana Cianelli 

El ex comandante en Jefe definirá en los próximos días si acepta la candidatura a la presidencia por Cabildo Abierto.

Luego de una sanción y varias advertencias, el martes el presidente Tabaré Vázquez aprovechó una reunión solicitada por el comandante en jefe del Ejército, Guido Manini Ríos, para comunicarle que había decidido removerlo del cargo. Los duros cuestionamientos a la Justicia, incluidos en la nota enviada al Poder Ejecutivo sobre los fallos del Tribunal Especial de Honor en torno a la conducta de los represores Luis Maurente, Jorge Silveira y José Nino Gavazzo, condenados por múltiples violaciones a los derechos humanos en el marco del terrorismo de Estado, llevó al gobierno a cesarlo de funciones y disponer su pase a retiro. El ex comandante en jefe afirmó en la nota que en el Ejército existe la convicción de que se “aplicó una suerte de derecho para el enemigo” a los uniformados, que los militares muchas veces son considerados culpables antes de ser juzgados, sin las “garantías del debido proceso”, condenados con pruebas “fraguadas o inventadas”. “No ha habido juicios imparciales” a los uniformados, aseveró.

Ya destituido, con el uniforme militar puesto, el ex comandante en jefe usó la cuenta institucional del Ejército en Youtube para dar un mensaje de despedida a la fuerza militar. En el video, Manini Ríos volvió a explicitar su parecer sobre la Justicia y dijo que “nunca” justificó situaciones que pudieran ser “deshonrosas” para la institución, pero reiteró que en muchas oportunidades la Justicia “actuó sin pruebas” y “sin respetar los principios elementales del derecho”. También se refirió al clima de “reciente deterioro en la relación con el mando superior” y tildó de “inédita” la sanción de 30 días de arresto a rigor que se le aplicó por sus apreciaciones en contra de la reforma de la Caja Militar y las críticas al ministro de Trabajo y Seguridad Social, Ernesto Murro.

Luego habló de su intención de incursionar en la política partidaria y resaltó que si entendiera que la “trinchera política” es la “única” que le permite “lograr para la institución militar y para los más frágiles la justicia que no he podido lograr desde otros puestos de lucha”, está plenamente dispuesto a recorrer ese camino. Manini Ríos sostuvo que ha “tratado sacar adelante al Ejército” y, en esa supuesta tarea, ha enfrentado “la incomprensión de muchos”, las “falsedades de burócratas incapaces de ver la realidad”, que están “ enceguecidos en su soberbia o atrapados en sus prejuicios ideológicos”.

El Ministerio de Defensa Nacional bajó el video de la página institucional del Ejército y, según dijeron fuentes de la cartera a la diaria, van a “evaluar” la situación. Si bien se dispuso su pase a retiro, según indicaron las fuentes, el Poder Ejecutivo tiene la potestad de sancionarlo durante cuatro años luego del cese de su actividad.

Un debate pendiente

Hoy, el Plenario Nacional del Frente Amplio discutirá sobre una posible “racionalización” de las Fuerzas Armadas en un eventual período de gobierno, informó el viernes El País. Los temas vinculados con la defensa quedaron en el tintero en el último Congreso de la fuerza política y serán retomados en el marco del plenario. El oficialismo discutirá sobre la posibilidad de reducir paulatinamente la estructura piramidal de las fuerzas.

El partido Cabildo Abierto, recientemente inscripto en la Corte Electoral, hace tiempo viene coqueteando con la idea de catapultar a Manini Ríos a la política partidaria. El partido, cuyo sublema es Movimiento Social Artiguista (MSA), improvisó rápidamente una conferencia de prensa en el hotel Ibis Montevideo para anunciar que le propondrá al ex comandante en jefe que sea el precandidato presidencial del lema. El escribano Guillermo Domenech, presidente del partido, fue el que habló durante toda la conferencia de prensa y dejó en claro cuáles son las referencias que motivan al lema. Cabildo Abierto se inspira en el “ideario artiguista” y busca restablecer la “confianza” entre los ciudadanos y sus representantes. Domenech dijo que el partido no se iba a encasillar ni en la izquierda ni en derecha y reiteró que los lineamientos básicos del partido están “en la doctrina artiguista”. “Que los más infelices sean los más privilegiados”, dijo Domenech, y añadió: “Eso fue lo que pretendió Guido Manini Ríos en su ejecutoría como comandante en jefe del Ejército; se preocupó por la tropa, no por los oficiales, y hoy el país necesita de eso… Cuando usted camina por las calles de Montevideo y ve gente tirada debajo de los antepechos de las ventanas, hay un llamado a la responsabilidad de todos los orientales para que eso no siga sucediendo”.

Ayer Domenech contó a la diaria que Manini Ríos le dijo que se tomará “unos días” para analizar la propuesta. “Nosotros seguimos pensando que va a aceptar [ser precandidato]”, acotó Domenech, y agregó que le parece “razonable” que se tome unos días para pensarlo.

Las derechas

No sólo el partido Cabildo Abierto ve con buenos ojos la precandidatura de Manini Ríos: el movimiento Unidos Podemos, integrado mayoritariamente por militares retirados, que surgió a fines de 2017, también valoró como positivo que el ex comandante en jefe incursione en la política. Así lo dejó entrever el coronel retirado Héctor Rovira, integrante del movimiento, en diálogo con Radio Uruguay, el 16 de enero: “Ellos postulan la figura del comandante en jefe del Ejército a futuro y nosotros lo vemos como muy positivo”, porque es un “hombre que evidentemente ha marcado un hito” en el Ejército y que se puede pensar como “un candidato muy importante”, afirmó. También consideró que el partido Cabildo Abierto, por ese entonces llamado MSA, nació con los “mismos principios” que ellos y dijo que tiene muchas personas conocidas en sus filas.

La historiadora Magdalena Broquetas habló con la diaria sobre el campo de las derechas en Uruguay. En nuestro país, dijo, las facciones partidarias de derecha siempre han tenido un peso importante, y pueden reconocerse en el plano social. En particular, las facciones de derecha pueden encontrarse presentes a nivel latinoamericano y mundial en dos grandes instituciones: la iglesia católica y las Fuerzas Armadas (FFAA). “En el caso uruguayo son dos actores sociales con una fuerza relativa pero nada despreciable”, advirtió. Si bien el Ejército tiene en su constitución orgánica la imposibilidad de hacer política, Broquetas explicó que en realidad siempre que la corporación militar se ha sentido amenazada se ha manifestado, ya fuera a nivel interno o acercándose a sectores de las derechas de los partidos.

Es posible encontrar en el discurso de estos movimientos militares la idea “salvacionista”, explicó Broquetas, y añadió: “Es esa idea de que el último reducto de la nación es, en definitiva, el Ejército, y que como son los verdaderos depositarios del sentimiento nacional, si tienen que salir, van a salir. Ahí aparecen los discursos muy poco democráticos”.

“Es muy grave”

El fiscal de Corte, Jorge Díaz, se comunicó el jueves con la presidenta de la Suprema Corte de Justicia, María Elena Martínez, para conversar sobre las implicancias de los dichos de Manini Ríos, informó Subrayado. El fiscal expresó que solicitó una copia auténtica de la nota elevada por el ex comandante en jefe al Poder Ejecutivo para poder verla “en su totalidad”, porque parecen ser “muy preocupantes”. “Lo que dice la resolución del Poder Ejecutivo es que Manini habría dicho que un militar citado por la Justicia no tiene las garantías del debido proceso” y es condenado por pruebas “fraguadas” o “inventadas”. El fiscal se mostró muy “preocupado” por este tipo de cuestionamientos y manifestó que, en principio, es “muy grave” lo que afirmó.

En La trama autoritaria: derechas y violencia en Uruguay (1958-1966), la historiadora muestra que las facciones militares han tenido una incidencia notoria en la política durante todo el siglo XX. Allí pone el foco, entre otras cosas, en el surgimiento de la Legión Artiguista, fundada en 1961, y la forma en que los militares trascienden sus funciones en el marco de esta organización. Broquetas sostiene en el libro que si bien esta organización “compartía varios de los postulados y modos de acción de la derecha conservadora”, “presentó diferencias significativas que la alejaban de sus contemporáneos demócratas”.

La organización, cuenta la autora en el libro, reivindicaba la “dimensión militar del artiguismo” y colocaba al comunismo en la antípodas del “ideario y la lucha de Artigas”. “La promoción de un artiguismo activo fue una de las piedras angulares de la acción de este movimiento”, escribió. La Legión Artiguista puede ser considerada un antecedente de la Logia Tenientes de Artigas. Surgida el 25 de agosto de 1965, esta logia contó en sus filas con militares de “perfil nacionalista”, narra en el libro Broquetas, y añade que la organización, considerada “artiguista, nacionalista y antibatllista” tuvo un rol “decisivo” en la “concreción del golpe militar de 1973”.

La reivindicación de la figura de Artigas por estos grupos militares no es casual. Broquetas sostiene que es una “figura en disputa” y, por lo tanto, está “vaciada de contenido”. “La reivindicación militar de Artigas es de un Artigas que antecede a los partidos, y que es militar”, agregó Broquetas en diálogo con la diaria. Los movimientos de militares, añadió, recortan la dimensión social del proyecto artiguista y reivindican su condición militar. “Lo sumamente llamativo es que trascienden su función militar y salen como portavoces de la salvación nacional y eso cataliza un tipo de nacionalismo, que tiene toda una tradición en Uruguay, que es un nacionalismo de derecha, en el que el Ejército se posiciona en un lugar salvacionista y hace una lectura muy sesgada y muy particular del artiguismo, que tiene puntos de contacto con otros sectores de la derecha, pero que es muy propia”. “Si hay crisis, como dice Manini Ríos, el Ejército tendría un papel que jugar. Ese es un discurso muy subversivo”.

Producto de la impunidad

Desde que asumió su cargo como comandante en jefe, Manini Ríos cruzó varias veces la frontera de lo permitido. El historiador Aldo Marchesi destacó que si bien históricamente ha habido algunos episodios de desacato, lo de Manini Ríos configuraría una “crónica de una destitución anunciada”, porque las actitudes han sido explicitadas a lo largo del tiempo. Para Marchesi, es bastante claro que nuevamente lo que sucede en Brasil tiene un impacto en la política de nuestro país. Así como el golpe brasileño de 1964 tuvo consecuencias dentro de la esfera militar uruguaya, en los últimos años la relación entre el Ejército brasilero y Manini Ríos ha sido bastante cercana.

Marchesi rescató una característica común entre los ejércitos brasileño y el uruguayo: “Son los ejércitos que en alguna medida resultaron menos afectados por los proceso de la justicia transicional en la región”. Tanto en el caso argentino como en el chileno existieron pedidos de disculpas y quiebres generacionales, explicó. Sin embargo, el Ejército brasileño siguió reivindicando “internamente la dictadura como una experiencia legítima”, acotó, y añadió que en el caso uruguayo no parece haber existido “quiebre o ruptura” respecto del legado dictatorial.

Broquetas compartió esa lectura y se refirió a una transición “trunca” que atraviesa a las FFAA uruguayas en la actualidad. “No ha habido un verdadero saneamiento del Ejército”, acotó, y recordó que la gota que desbordó el vaso fue el cuestionamiento de Manini Ríos a la Justicia ordinaria. En particular, cuestionó las condenas a los represores Gavazzo, Maurente y Silveira. “Entonces es un Ejército que no sólo no ha atravesado procesos acabados, limpios, profundos de Justicia sino que sigue teniendo espacios para decir en voz alta que lo que hicieron está bien y que la Justicia no tiene ningún derecho a entrometerse”, agregó.

Viejas mañas

Varios integrantes de la familia del ex comandante en jefe se encuentran ultimando detalles para relanzar el periódico La Mañana, fundado en 1916 por el abuelo del ex jerarca militar, Pedro Manini Ríos, informó el jueves el semanario Búsqueda. Los impulsores de la iniciativa son Hugo Manini, hermano del ex comandante en jefe, productor arrocero, que integró la Juventud Uruguaya de Pie (JUP), en 1970, y su hija Manuela Manini; Alberto Manini y el periodista y secretario del partido Cabildo Abierto, Marcos Methol.

La historiadora Magdalena Broquetas explicó que La Mañana fue uno de los diarios de la derecha colorada del siglo XX. “Representa históricamente la posición y la voz del riverismo, que es la primera escisión a la derecha del batllismo, en 1913”, explicó, y continuó relatando el papel que desempeñó a lo largo de la historia: “La Mañana en los años 20 representa a los sectores contrarios al batllismo; en los años 30 apoya la dictadura de Terra; representa a los sectores patronales y empresariales. En los años 40 y 50 se posiciona como un diario muy anticomunista. En los 60 y 70 se vuelve el diario oficialista, que va a ser un puntal del anticomunismo”, expresó. La Mañana fue un diario antiizquierdista, que tuvo un papel clave en la construcción del “enemigo interno y, por supuesto, en la justificación del golpe de Estado”, explicó Broquetas.

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  Tabaré Vázquez no consideró

al yerno de Nino Gavazzo para

un ascenso a general

15 de marzo de 2019 | 

El Ejército lo incluyó en una lista de candidatos para convertirse en general.

Los movimientos internos dentro del Ejército -con la destitución del ex comandante en jefe del Ejército Guido Manini Ríos, su sustitución por parte del general José González, y el ascenso de Alfredo Erramún a jefe de Estado Mayor de la Defensa en febrero-, generaron que quedaran vacantes dos puestos de generales.

El Ejército armó una lista con los nombres de los mejores candidatos para ser ascendidos a general. En ella figuraba el coronel Hugo José Pablo Iglesias Torello, quien está casado con una de las hijas de José NinoGavazzo. Iglesias es, desde el 2 de marzo, agregado de defensa en la embajada uruguaya en Rusia.

Según fuentes castrenses consultadas por El País y la radio Sarandí, Iglesias era uno de los candidatos más destacados. Sin embargo, el presidente Tabaré Vázquez, responsable de la decisión como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, decidió que su nombre no estuviera incluido entre los ascendidos.

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  Ediles de Tacuarembó

promovieron iniciativa de

apoyo a Manini Ríos

El texto apoyado por blancos y colorados no llegó a tratarse por falta de quorum

Un grupo de ediles blancos y uno colorado de Tacuarembó intentó que la Junta Departamental apruebe una iniciativa de apoyo al excomandante en jefe del Ejército Nacional, Guido Manini Ríos.

Previo a la sesión de este jueves, se redactó un anteproyecto que no llegó a tratarse en el legislativo tacuaremboense por falta de quorum.

El texto hacía referencia al apoyo de Manini Ríos hacia los jubilados militares y el personal subalterno y le deseaba un futuro alentador al excomandante, señaló el corresponsal de RNU Jorge Saavedra.

Escuchar informe

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.Movimiento Unidos Podemos

adelanta su apoyo a Manini Ríos

El grupo está conformado sobre todo por militares retirados

El Movimiento Unidos Podemos, conformado en su mayoría por retirados militares en todo el país, anunció su apoyo a la posible candidatura de Guido Manini Ríos a la Presidencia.

Así lo hicieron saber sus integrantes en Paysandú y ya tuvieron contacto con el sector Cabildo Abierto, que logró su inscripción para las próximas elecciones.

Escuchar el informe de Jorge Blanco

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  Análisis: destitución de

Manini Ríos atrasa discusiones políticas

uruguayas unos 35 años

En 1985 la justicia citó a militares investigados por torturas durante la dictadura 1973-1985. El ministro de Defensa de la época fue el general Hugo Medina, que respaldó a los indagados y presionó para aprobar la Ley de Caducidad. En 2019 renunció Guido Manini Ríos, general que criticó los fallos judiciales de los últimos procesados por muertes ilegales a manos de las Fuerzas Armadas. La defensa corporativa de torturadores rompió la relación entre el general y reinstala una discusión añeja, una herida abierta entre militares, gobiernos y sociedad civil.

(De la redacción de La Ventana). Una mañana de mayo, otoñal. El militar de mayor cantidad de años en actividad asume la jefatura del Ejército, el arma que ostenta el poder político en Uruguay y que interviene en todos los aspectos de la vida cívica del Estado y la sociedad. Pero es 1984 y soplan vientos de cambio. Fríos como el clima. Así lo hizo saber a la prensa el militar protagonista del relato, Hugo Medina: “Como ciudadano, aspiro a que haya elecciones normales, y como militar, me preocupa pensar cómo saldrán las Fuerzas Armadas de esta situación”.

Los dichos refieren a las negociaciones entre los partidos políticos habilitados y el gobierno de la dictadura. Las encabezó él, incluso cuando surgieron diferencias con el presidente de facto, el general Gregorio Álvarez, que firmó el acuerdo.

Esta negociación pareció enfriarse apenas entrada la democracia, en 1985. La justicia llamó a militares acusados por torturas y muertes durante la dictadura. Medina advirtió a quien quisiera oírlo que las citaciones las guardaría en un cofre fort. No era un militar de la línea más rígida (Gregorio Álvarez, Iván Paulós, los militares de la OCOA como José Gavazzo, los golpistas del ’73), pero su definición sentó las bases de la posición militar sobre derechos humanos en la dictadura: pedir perdón sin presos castrenses en las cárceles.

“Nosotros, en reiteradas oportunidades, hemos reconocido errores del pasado. Lo reconoció el teniente general Hugo Medina enseguidita de recuperada la democracia, el propio comandante en jefe reconoció que se habían perdido los puntos de referencia, lo dijo públicamente. El reconocimiento de los errores del pasado se dio varias veces y yo lo suscribo. Hablo de errores que se fueron cometiendo a lo largo del tiempo. Son cosas que uno no puede justificarlas pero estamos hablando de esto 44 años después”.

La referencia a Medina es del penúltimo comandante en jefe del Ejército, Guido Manini Ríos. Como despedida tras la baja que firmó el presidente Tabaré Vázquez, saludó a la tropa mediante un video público que se pudo ver en Youtube.

La revista Caras y Caretas entrevistó al ex comandante en jefe, en diálogo sobre varios asuntos de interés mutuo como la integración continental de América Latina, la negativa a la participación militar en la seguridad interna, la apertura de espacios para enseñar oficios a adolescentes que no estudian ni trabajan. Pero sobre todo hablaron acerca de la vocación del ejército por los más desfavorecidos, así como la mención permanente al legado artiguista.

Los discursos entre ambos comandantes se tocan justamente en la caracterización, lógica y defensa corporativa de las investigaciones al personal militar que participó en torturas. Todos los estratos judiciales validaron las resoluciones y la independencia técnica de los jueces y fiscales que participaron en el análisis de las pruebas presentadas, incluida la Suprema Corte de Justicia.

Sin embargo, el Tribunal de Honor militar que juzgó la conducta moral de Luis Alfredo Maurente, Jorge Silveira y José Nino Gavazzo, todos condenados por la justicia, entendió que no hay suficientes elementos probatorios para inculparlos y no encontró, por tanto, conducta reprochable. Tras la declaración, todas las armas militares respaldaron el accionar del Tribunal. Incluso Manini Ríos.

El apego a la declaración del Tribunal funcionó como columna vertebral de la posición militar: fue hace 48 años y no hay pruebas ni testimonios suficientes, fueron prejuzgados, los integrantes actuales del ejército no son culpables. Los firmantes fueron el general Gustavo Fajardo (ex jefe de la Reserva, comandante de la Región IV de Minas), José A. González (el nuevo comandante en jefe del Ejército, que declaró que alguien debería analizar por qué no se saludó al presidente en el último acto público), y Alfredo Erramún (nuevo jefe del Estado Mayor, que propuso una amnistía como en Sudáfrica para los represores).

La ruptura del Ejército con todos los estamentos estatales, incluso los más independientes como la Suprema Corte, vuelve a instalar la discusión por la salida democrática de los años ’80 a la actualidad, prorroga la propuesta de un perdón sin consecuencias punitivas para los represores, alarga el esclarecimiento de los hechos ilegales propiciados por los militares.

Pero también rompe los vínculos entre los militares y la sociedad civil organizada, lanza a ex soldados a la arena política, legitima los abusos de Manini Ríos y sienta precedente a otros militares como no había pasado hasta 1971. Eso en un contexto sin violencia política, simplemente por el hecho de buscar quién torturó y mató en nombre de los uruguayos en una instalación pública. Uruguay vuelve al mismo punto de 1985, más agrietado por el tema y con grupos que están convencidos de que el pasado se juzga sin juicios.

https://elpais.com/diario/1984/05/30/internacional/454716024_850215.html

http://memoriaviva5.blogspot.com/2008/05/gavazzo.html

https://www.elpais.com.uy/informacion/muere-simbolo-dictadura.html

http://www.lr21.com.uy/politica/163363-hace-18-anos-un-parlamento-sumiso-a-la-presion-militar-aprobo-la-impunidad

http://www.lr21.com.uy/politica/1395234-manini-rios-cuestiona-justicia-venganza-tribunal-honor-ejercito-fuerzas-armadas

https://www.sudestada.com.uy/articleId__cfc5301a-d98b-45bd-89df-a5d9f9a09144/10893/Detalle-de-Noticia

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  Manini Ríos insiste en que la

Justicia “en ciertos casos actuó como

venganza” contra el Ejército

18 marzo 2019

“Si uno lee el escrito completo no deduce que no hubo desacato a un poder del Estado”, dijo Manini Ríos esta mañana en una entrevista de radio.

El ex comandante en jefe del Ejército, Manini Ríos, aseguró este lunes en entrevista en el programa En Perspectiva que “se sacaron de contexto” algunas frases del escrito que presentó sobre fallos del Tribunal de Honor.

Aunque insiste en que se sacaron conclusiones de cosas que no dijo, repitió lo que supuestamente se malentendió: “En los nueve casos que yo pongo en el escrito (que fue presentado ante Tabaré Vázquez), el Ejército entiende que la Justicia actuó como venganza”. 

Manini Ríos enumeró algunos de los casos que él, desde su posición a la cabeza del Ejército, se atrevió a cuestionar. “Yo se lo dije al Presidente (Tabaré Vázquez), en el caso del Rodolfo álvarez, nadie en el ejército duda que está preso solamente por ser el sobrino de Gregorio Álvarez”, aseveró.

Y volvió a repetir: “Prima el concepto de que en la Justicia, en algunos casos, esta actuó como venganza (…) Yo no quiero entrar en valoraciones del por qué, habría que preguntarle a la Justicia, pero es un hecho objetivo que para nosotros no admite dos lecturas”. 

Según él, también en el caso del proceso penal del ex coronel Juan Carlos Gómez, hubo testigos con testimonios “falaces” y dijo que se tuvieron que traer nuevos testigos para liberarlo. También relativizó el caso del ex coronel Miguel Dalmao, quien murió en prisión culpable por violaciones a los derechos humanos durante la dictadura.

“En muchos casos la Justicia no actuó con la objetividad debida y al final entiendo por qué el Tribunal de Honor falló distinto”

Defiende al Tribunal de Honor

Manini Ríos asegura que el Tribunal de Honor del Ejército “no tiene por qué coincidir con la Justicia. “Hay veces en que la Justicia condena y el Tribunal de Honor absuelve”, dijo el ahora general retirado, pero recordó que “en otras ocasiones” la situación ha sido a la inversa.

Aunque aseguró que el documento de nueve páginas que presentó ante Presidencia de la República es reservado, o sea que no debería ser de dominio público, decenas de medios y periodistas de todo el país tuvieron acceso a él de forma íntegra.

“Le pido a los periodistas, así como viralizaron unos cuantos párrafos fuera de contexto, hagan público todo el texto íntegro del escrito”, pidió Manini Rïos, pero recordó que es un documento privado entre la Presidencia y el Ejército.

“Nadie puede decir que yo traté de proteger a nadie”, “Traté de buscar Desaparecidos, es un tema muy sensible y creo que todo lo que se haga para encontrar a los desaparecidos es poco”, adujo, ante los cuestionamientos de diversos sectores de la izquierda uruguaya que aseguran que desde el 2015 él se ha dedicado a “proteger” a militares que podrían haber estado involucrado en violaciones a los derechos humanos.

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