UN 24 DE MARZO 2018 – 42 aniversaro dictadura argentina

42 ANIVERSARIO DEL GOLPE DE ESTADO CIVICO

MILITAR EN LA ARGENTINA: 24 marzo 2018

PRESENTES

A 42 años del golpe marchas multitudinarias en Plaza de Mayo y en todo el país exigieron no retroceder en las políticas de memoria, verdad y justicia y cuestionaron el ajuste y la “criminalización de la protesta social”

 Por Carlos Rodríguez

Duro documento de los organismos de derechos humanos en el acto central

“Un atropello de los derechos

básicos”

En una nueva conmemoración del 24 de marzo cientos de miles de manifestantes marcharon con sus propios carteles y acompañaron las consignas contra la regresión y la “banalización del espanto”.

En el aniversario número 42 del golpe militar del 24 de marzo de 1976, cientos de miles de personas que llenaron las calles desde el Congreso Nacional a la Plaza de Mayo avalaron la advertencia hecha al gobierno de Mauricio Macri en el sentido de que los organismos de derechos humanos no permitirán “ni un retroceso en las políticas de memoria, verdad y justicia” para condenar a los responsables militares y civiles de los crímenes de lesa humanidad. Primero desde el escenario montado junto a la Pirámide de Mayo, y luego en declaraciones a la prensa, la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, fue muy dura con el gobierno de Cambiemos: “Es un grupo nefasto y Mauricio Macri no nos quiere”. Por su parte, Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, sostuvo que la marcha fue también “contra el ajuste, la represión y la impunidad y por una democracia sin presos políticos como Milagro Sala”. La multitud saludó con aplausos la presencia en la manifestación de Carlos Zannini y de Luis D’Elía, liberados pocas horas antes por decisión de la Justicia. Zannini, acompañado por Máximo Kirchner, fue ovacionado por la multitud cuando subió al escenario. 

 

Desde antes del mediodía, la Avenida de Mayo se fue llenando de manifestantes, recibidos a lo largo de la marcha por una serie de afiches colgados por la organización villera La Poderosa: “30.000 no pudieron venir, la columna de Cambiemos tampoco”, “Afuera (Patricia) Bullrich, adentro (de la cárcel) genocidas” o “Las víctimas de los vuelos de la muerte no se ahogaron, Santiago Maldonado tampoco”, eran algunos de los mensajes. Una de las primeras columnas en llegar fue la de la Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino, conformada por hinchas de clubes que participan en los torneos de primera división y en los del ascenso. La organización, que se formó en noviembre del año pasado, participó por primera vez en una marcha por el 24 de marzo. Esta integrada por simpatizantes de más de quince clubes, entre ellos San Lorenzo, Ferro Carril Oeste, Temperley, Nueva Chicago y Racing.

Frente al Hotel Castelar, el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba), montó una radio abierta por la que pasaron dirigentes gremiales como Hugo Yasky, de la CTA, y trabajadores de la TV Pública, Radio Nacional y de la agencia de noticias Télam, que denunciaron la política de vaciamiento de esos medios estatales. Guillermo Mastrini, especialista en comunicación, afirmó que “si algo logró el gobierno de Cambiemos en materia de medios públicos es que nadie los mire ni los escuche, que nadie los consuma”. Los trabajadores de Télam difundieron distintos materiales referidos a la marcha del 24 de marzo, mientras que la agencia publicó una breve nota de cartelera sobre el acontecimiento periodístico más importante del día. 

La marcha hacia la Plaza de Mayo se hizo dificultosa, por la presencia multitudinaria de columnas que marchaban por la Avenida de Mayo, por Hipólito Yrigoyen, Rivadavia, y por las diagonales Sur y Norte. La primera parte del acto comenzó con la llegada al escenario de los organismos de derechos humanos, encabezados por las Madres y Abuelas. Se leyó un documento en el que se hizo una reivindicación de la lucha de los militantes de los años setenta, se criticó “la demora en los juicios por crímenes de lesa humanidad” desde que asumió el actual gobierno y se condenó “el desmantelamiento de las políticas públicas de Memoria, Verdad y Justicia en las áreas que dependen del Estado”.

Desde el escenario se hizo referencia a los 44 tripulantes del ARA San Juan, desaparecido en el Atlántico Sur desde el 15 de noviembre pasado, y se le exigió al Gobierno que “diga la verdad” sobre lo ocurrido con la nave y que se condene a los eventuales responsables. Al mismo tiempo, se reclamó el esclarecimiento de las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. En el acto se hicieron presentes los familiares de Maldonado y de algunos de los tripulantes del submarino desaparecido. 

Antes de subir al escenario, Carlos Zannini, quien había recuperado la libertad por la mañana por disposición del Tribunal Oral Federal 8, dijo que estaba satisfecho por poder estar “en la plaza de la lucha” y recordó que cuando salió de la cárcel en 1978 “estaba solo, ahora en cambio tengo el cariño de un montón de compañeros que me están acompañando”. 

Cerca de las 16 comenzó la lectura del documento firmado por los organismos de derechos humanos, en el cual se subrayó que a “42 años del Golpe Cívico Militar Eclesiástico, nos encontramos en estado de movilización permanente”, cada vez que el gobierno nacional  “avanza en contra de los principios de Memoria, Verdad y Justicia”. Resaltaron que en los últimos años “hemos sido testigos del atropello sistemático de los derechos más básicos de las personas, la fragmentación de los poderes institucionales, la criminalización y represión de la protesta social, la utilización de sectores del Poder Judicial y de las fuerzas de seguridad para perseguir y escarmentar a los trabajadores, militantes, dirigentes y cualquier actor que se contraponga a las medidas regresivas que el presidente (Mauricio) Macri y la gobernadora (María Eugenia) Vidal lanzan para imponer el plan neoliberal del hambre, la violencia y la miseria”.

En ese marco, “todos los sectores vinculados al bienestar y desarrollo social han sido vulnerados”. El Gobierno “sustentado por los grandes grupos económicos que financiaron la dictadura”, con el aval de “una importante cantidad de gobernadores” trazó una política que incluye “metodologías planificadas, en las que combina la utilización de los medios de difusión más poderosos, el sector más reaccionario de la justicia, el propio estado y las fuerzas represivas, para asesinar por la espalda si cometes un delito menor, ser desaparecido para aparecer flotando en un río si te animas a una protesta contra los grupos concentrados y en defensa de los pueblos originarios” o “permanecer detenido de manera ilegal si encarnas la protesta social y la reivindicación de los derechos básicos”. 

Describieron una “realidad dramática” en la cual “la educación pública y sus trabajadores no son más que un “blanco legítimo” de la mal llamada “modernización”, la salud pública sólo es un costo que debe ser paulatinamente eliminado y los entes fundamentales para el desarrollo de país como la Anses, el Conicet, INTI, INTA y otros similares se encuentran con parte del personal despedido o en vías de ello”. 

Los únicos beneficiados son “las grandes concentraciones económicas que reciben día a día la brutal transferencia del esfuerzo de todo el pueblo argentino”. Respecto de la política de derechos humanos, se afirmó que este gobierno “se burla de manera macabra y no se conforma con intentar generar una amnistía encubierta con el fallido 2×1, sino que presiona al Poder Judicial para enviar a cientos de genocidas a sus casas”.

En el documento se sostuvo que el gobierno “intenta banalizar el espanto, tergiversa la realidad con su propaganda y miente, miente, miente sabiendo que algo quedará”. La política oficial busca “devolver favores a los asesinos, que al servicio de los mismos grandes intereses que hoy encarnan este proceso neo liberal, hace más de 40 años perpetraron la mayor persecución y matanza de la historia”. 

Los organismos de derechos humanos advirtieron que “jamás permitiremos que éstas políticas siniestras tengan éxito y seguiremos movilizando y multiplicando esta resistencia en cada calle de cada ciudad o pueblo hasta ponerle fin a tanto atropello y tanta injusticia”. Por ello exigieron “el fin del encubrimiento político judicial a dos miembros nefastos de la justicia local, como son el Juez Pedro Federico Hooft y el fiscal general Fernández Garello, quienes representan y encarnan la permanencia y perpetuidad del aparato judicial de la dictadura militar en nuestros días”.

 

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La historia se construye

marchando

Por Mario Wainfeld

Las avenidas que desembocan en la Plaza de Mayo alternan puestos de venta de comida con otros de merchandising, en proporción de 8 a 2, según el ojímetro del cronista. Choris, hamburguesas, bondiolas y pirotecnia ahúman el aire. 

Es temprano, las columnas tardarán en llegar. Manifestantes dispersos se adueñan del espacio público: grupos chicos, familias. La edad promedio, calibra el ojímetro (que seguiremos usando pero prometemos no mencionar más) debe ser menor a cuarenta años. Cierto es que la disminuyen pibas y pibes en edad de jardín o de ir en cochecito pero, de todas maneras, una proporción elevadísima de la concurrencia no había nacido cuando se produjo el golpe cívico militar de 1976.

Las avenidas que desembocan en la Plaza de Mayo alternan puestos de venta de comida con otros de merchandising, en proporción de 8 a 2, según el ojímetro del cronista. Choris, hamburguesas, bondiolas y pirotecnia ahúman el aire. 

Es temprano, las columnas tardarán en llegar. Manifestantes dispersos se adueñan del espacio público: grupos chicos, familias. La edad promedio, calibra el ojímetro (que seguiremos usando pero prometemos no mencionar más) debe ser menor a cuarenta años. Cierto es que la disminuyen pibas y pibes en edad de jardín o de ir en cochecito pero, de todas maneras, una proporción elevadísima de la concurrencia no había nacido cuando se produjo el golpe cívico militar de 1976.

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Politólogos sesudos o propagandistas bien retribuidos comentan que la gestión del macrismo combina elementos municipales con nacionales, diz que virtuosamente. Ayer se observó un ejemplo vivo, que contradice dicho relato. La Plaza semi devastada, los pocos metros cuadrados que quedarían para el césped dan la impresión de haber sido bombardeados con napalm o, cuanto menos, regados con sal. Las obras se previeron sin considerar el acto. ¿Mala fe, desidia, falta de empatía del Gobierno de la Ciudad? A quién le importa: la Plaza es de las Madres, las Abuelas y de la multitud… aunque, por obra y gracia del alcalde Horacio Rodríguez Larreta, esté hecha un estropicio.

Faltan cuatro horas para la lectura del documento, ya resuena el ulular: “como a los nazis les va a pasar/adonde vayan los iremos a buscar”.

Una murga, “La Gloriosa de Boedo”, mete bulla cerca de la Catedral. Por la pilcha y los sones da la impresión de regresar del pasado o salir de un film de Leonardo Favio. Pero cantan, bailan y hacen cabriolas. Son parte del presente .Multicolor, plural, policlasista, transversal políticamente, del centro a la izquierda.

***

Uno remolonea como peatón, empieza a patear la Avenida de Mayo en sentido contrario a las columnas. 

La Poderosa, el emprendimiento cultural de los villeros, repartió afiches, fotos, algunos juegos interactivos tradicionales: embocar una pelota de fútbol en un hoyo ad-hoc. Se juega gratis, quien emboca gana una revista. Enorme presencia creativa, con cero inversión económica. “Llegamos a las seis de la mañana -explica Nacho, un referente- estamos cansados como si fuera bien tarde pero contentos”.

El Gobierno de la Ciudad levantó las baldosas pintadas de la Plaza. Como en una payada pictórica surge la respuesta: voluntarias y voluntarios pintan con cal sobre la calzada la clásica imagen del pañuelo anudado, Cuadras y cuadras renovadas.

Ya que estamos, se aggiornó el marketing textil, señal de los tiempos que corren y vuelan. Pañuelos blancos en oferta hay desde siempre, ayer le compitieron en noble ley los verdes y las violetas, la impronta del paro de mujeres del 8 M.

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“La Chilinga. Escuelita de percusión” indica el estampado de las remeras rojas, habitués del 24 de marzo. Sus integrantes se valen de una diversidad de instrumentos que superan la flaca sapiencia musical del escriba. Un musicólogo ahí, clama y no halla.

La proporción de género es políticamente correcta, muchas mujeres le dan duro y parejo al parche, haciendo trizas viejos estereotipos sobre el “sexo débil”. Unas sonríen, otras aprietan los labios en fiero ademán. 

Ellas, los tipos de remera roja, la gente que está parada en su derredor corean a viva voz. Primicia para PáginaI12: el hit del verano sigue primero en el ranking cuando despunta el otoño, va en pos de otro disco de oro. Como La Chilinga avanza, las voces se entremezclan, urdiendo algo así como un canon espontáneo y, tememos, involuntario. Es una letra sencilla, una que sabemos todos.

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Las consignas tradicionales le siguen los pasos (literalmente) A la música de temporada. “Treinta mil compañeros detenidos desaparecidos/ “¡Presentes!” Resuenan fuerte porque pasa una combi con Madres de la Plaza. La bandera interminable con las imágenes de compañeras y compañeros transcurre después.

¿Cuántas cuadras, cuánto vibran las ovaciones, cuánta gente hubo? Como siempre, más que siempre, habría que sumar año tras año, en un sinfín. Si hacemos bien (así) la cuenta, la historia se escribe con millones de personas caminando cientos o miles de kilómetros. El recuento total debería abarcar a tantísimas ciudades de la Argentina porque en todas y cada una hubo víctimas, represores, cómplices civiles y argentinos con memoria. 

Ayer se reiteró el rito. Con el WhatsApp cualquiera recibe imágenes de amigos, parientes o compañeros de Argentina. O noticias trasatlánticas, desde París donde los argentos cortaron la calle de la embajada criolla, una exportación (de militancia) no tradicional. La argentinité al palo…  

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“Habría que hacer” una película, delira el cronista embriagado por la alegría colectiva, aunque no califica ni ahí en el séptimo arte. Cinco o diez manifestantes que se dirijan a la Plaza cuyo entorno vaya cambiando año tras año desde la recuperación democrática. Las movilizaciones para “iniciados” hasta 1996, póngale. El estallido de participación desde entonces, hasta llegar a las cuatro generaciones que conviven hoy en día.

Madres y Abuelas haciendo la ronda al principio (esto en blanco y negro), en otro momento, con más años encima, asistiendo al Juicio a las Juntas, luego protestando contra las leyes de impunidad y los indultos. Ya en colores, embarcándose hacia España para declarar ante el juez Baltasar Garzón. El incesante ir y venir: de la Plaza a Tribunales, de Tribunales a la sanción de las leyes.

En su torno, reconstruir cómo se fue enriqueciendo la movilización con columnas sindicales, de organizaciones sociales. Cómo se fueron agregando víctimas del capitalismo salvaje, del gatillo fácil, de discriminaciones surtidas, de machismo. Un calidoscopio de las luchas populares.

La historia del movimiento por los derechos humanos no queda fijada en aquel 24 de marzo, sigue construyendo un fragmento esencial de la democracia y la ampliación de ciudadana.

***

Volvamos a la película que nunca he filmado. Racontemos el surgimiento de HIJOS y la innovación: “si no hay justicia, hay escrache”, Porque en la edad dorada de la República campeaba la impunidad, paraíso que fue mancillado por el populismo irresponsable.

El Equipo Argentino de Antropología Forense, otra innovación criolla, condensación científica de la lucha social. El reconocimiento de algunos cuerpos, un estadio distinto para familiares de las víctimas, el ejemplo para el mundo. 

Nietos recuperados, otro prodigio de paciencia y acumulación de saberes.

Todo eso se amasa con civismo y a través del tiempo.

***

Mariana Dopazo tiene cuarenta y siete, es psicóloga y docente. Va caminando sola, es “su” primer 24 de marzo. Hasta ayer no se había dispuesto a ir. Fue hija del represor Miguel Etchecolatz, ya no lo es porque así lo decidió, tras profunda introspección. 

Demandó y obtuvo cambio de apellido ante los tribunales civiles, lo fundó en motivos nobles y comprensibles aunque inimaginables para la sociedad civil y (ni hablar) para los jueces veinte o treinta años atrás. 

Pudo elaborar su identidad, ajena y reluctante a los crímenes de su progenitor (así lo nombra). Proceso tremendo, humano hasta la médula, solo posible en el contexto que buena parte de la sociedad construyó.

El colectivo de hijos de represores que repudian el terrorismo de estado se auto nomina “Historias desobedientes”, llegan en columna, por otro lado. 

Mariana va sola, concentrada y sonriente, abraza a quien la reconoce, lleva el apellido de su madre, da testimonio.

***

Ayer nomás, para filmar en 4D. Cada reencuentro es celebrado, sea a una semana o a diez años del anterior. Abrazos, risas, lágrimas.

El ómnibus de la Asociación Madres de Plaza de Mayo atraviesa a paso de mujer la avenida 9 de Julio. En la parte superior, “las viejas”, con personas que invitaron. Desde abajo, “el pueblo las abraza” y las retrata. Desde arriba, una Madre ríe a carcajadas y compite: también ella saca fotos. La vida difiere del comercio global: hete ahí un intercambio en el que las dos partes ganan. 

¿En cuántos países del mundo hay tres movilizaciones pacíficas, distintas, bulliciosas, cada una congregando cientos de miles de personas en un lapso de un mes? El cronista supone tener una respuesta a la trivia pero la delega a quien lo está leyendo, en este domingo sin fútbol.    

 

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Hijos e hijas de represores marcharon a Plaza de Mayo por el 24 de marzo

Con la verdad antes que todo

Por primera vez como agrupación, familiares de los genocidas asistieron a la conmemoración por el golpe de Estado del que sus parientes fueron protagonistas.

Por Carlos Rodríguez

Estaban agrupados en la esquina de Avenida de Mayo y Tacuarí, con una bandera que decía: “Historias desobedientes. 30 mil motivos”. Hasta allí prácticamente sin diferencias con el resto de las consignas, pero el dato especial estaba debajo del mensaje, en el lugar de la firma: “Hijas, hijos, familiares de genocidas por la memoria, la verdad y la Justicia”. Analía Kalinec es hija de Eduardo Kalinec, un policía condenado a perpetua por crímenes de lesa humanidad. El quiebre familiar comenzó en el año 2005, cuando su padre fue detenido. Al principio le dijeron que era “algo armado”, que no tenía ninguna ningún fundamento, una denuncia falsa. 

Analía nació en 1979, de manera que poco sabía, por su edad, de las actividades de su padre durante la dictadura militar. El comisario fue acusado por 181 casos de privación ilegal de la libertad ocurridas cuando él se desempeñaba en los centros clandestinos de detención conocidos como Club Atlético, El Banco y El Olimpo. La conmoción se produjo cuando ella leyó la causa en la que estaba imputado su padre y tomó conocimiento de las violaciones a los derechos humanos que ocurrieron en esos lugares. 

“La ruptura familiar, que se mantiene, fue muy dura, pero por suerte nos estamos juntando desde hace muchos años y nos fuimos acompañando, sobre todo después del rechazo al dos por uno, cuando empezamos a salir a la calle y a tratar de hacernos fuertes, de manera que hoy estamos más aliviados”. En diálogo con PáginaI12 dijo que en el grupo de hijas, hijos y familiares de genocidas “hay historias diferentes, en mi caso la relación está rota y hay un gran enojo hacia mi persona”. 

Analía participó ya de varias marchas para repudiar el golpe militar de 1976, pero la de ayer fue “una situación especial, porque es la primera vez que vinimos en grupo y con nuestra identificación como hijos biológicos de represores, por eso es muy fuerte para nosotros, pero también es algo bueno, que nos sirve para seguir avanzando”. Sostuvo que los hijos de represores que están en contacto y por el mismo objetivo “somos un montón, estamos conectados por las redes sociales, hay otra agrupación que también se está armando, hay compañeros que necesitan tiempo para empezar a participar, otros que están participando pero no públicamente, nos estamos organizando cada vez mejor para salir juntos a decir que nosotros también repudiamos los crímenes de lesa humanidad y queremos visibilizar esa postura”. Analía y sus compañeros y compañeras se mostraron “muy conformes” por el recibimiento que recibieron de las agrupaciones de año a año vienen denunciando el genocidio en la Argentina. En la marcha estuvo presente Mariana Dopazo, hija del comisario Miguel Osvaldo Etchecolatz. 

La rebelión de los hijos de represores comenzó en 2005, con la nota publicada en agosto de ese año por PáginaI12, contando la historia de Ana Rita Vagliati, hija del genocida Valentín Milton Pretti, estrecho colaborador del ex jefe de la Policía Bonaerense Ramón Camps. “Mi mamá estuvo internada en un psiquiátrico y mi temor siempre fue volverme loca como ella. Hoy pienso que no tiene nada de malo parecerme a ella, porque adoro un montón de cosas de mi mamá loca, porque fue capaz de hacer cualquier cosa para salvarnos a mí y a mis tres hermanos” de los manejos de su padre represor. En homenaje a su madre, luego de un largo camino, como el que tuvieron que recorrer todos los hijos “desobedientes”, Rita logró sacarse de encima el apellido paterno y usar el de su madre.

 

26 de marzo de 2018

Estela Carlotto, Taty Almeida y Nora Cortiñas recuerdan cómo fue salir a la calle a reclamar siendo mujeres

Un hilo que va del 8 al 24 de marzo

La presidenta de Abuela de Plaza de Mayo y las dos dirigentes de Madres Línea Fundadora dicen que los militares las subestimaron por ser mujeres. Manifiestan admiración por la movilización del 8M y se pronuncian por la legalización del aborto.

Por Victoria Ginzberg

Para Estela Carlotto salir a buscar a su hija y a su nieto no fue una decisión meditada, algo que hubo que pensar. No había opción. Primero se llevaron a Guido, su esposo, su compañero y padre de sus cuatro hijos. Así que comenzó a tocar todas las puertas que podía: tribunales, cuarteles, iglesias, las casas de conocidos, amigos de amigos. Guido volvió. Y cuando se llevaron a Laura, en ese caso para siempre, salió otra vez. Y allí se encontró con otras mujeres que buscaban a sus hijos e hijas y a los hijos e hijas de los hijos y las hijas. La primera vez que fue a la Plaza de Mayo para dar vueltas a la Pirámide temblaba como una hoja, dice, pero la sostuvieron dos compañeras, que la llevaban de los brazos. Iban en grupos de a tres, porque más implicaba violar el estado de sitio: “A nosotras nos llamaron locas, y después, decían, ‘son mujeres, se van a cansar, se van a ir a la casa a llorar, déjenlas que caminen’. Nos dejaron caminar. Su machismo los engañó. La fortaleza de la mujer es tremenda. A veces me pregunto qué madres habrán tenido que pensaban que nosotras éramos flojas. Se equivocaron de medio a medio”.

Nora Cortiñas recuerda que la decisión de que no fueran los hombres a la plaza estuvo desde el principio, desde que Azucena Villafor propuso, en la vicaría castrense de Emilio Graselli, donde coincidían en busca de datos que nunca les daban, reunirse frente a la Casa Rosada. “A los hombres les daba temor que nosotras fuéramos protagonistas, pero a veces también les deba celos que hayamos pasado de la vida privada a la pública. A mi marido a veces le incomodaba, hasta que se acostumbró. Se tuvo que acostumbrar. Las Madres éramos protagonistas de esta historia. Ellos eran el apoyo.” Nora coincide con Estela acerca del prejuicio que tenían los militares sobre las mujeres y, por lo tanto, las Madres. “Creían que éramos débiles y que después del secuestro de las Madres íbamos a volver cada una a su casa muertas de miedo. Y no fue así. Nosotras tampoco creíamos que arremeterían con tanta fuerza. Cuando se llevaron a Azucena Villaflor, a Mari Ponce y Esther Ballestrino de Careaga supimos con crudeza que no éramos invulnerables. Fue muy fuerte, se llevaron madres que buscaban a sus hijos. Fue muy duro. Pero inclusive nos aumentó la fuerza”.  

Para Taty Almeida unirse a las Madres no fue fácil. Su hijo Alejandro desapareció en 1975 y en su familia eran todos militares. La culpa de todo, para ellos, la tenía el peronismo. Cuando se dio cuenta de que las Madres eran como ella, todavía se resistía, creía que iban a pensar que era una espía. Hasta que venció sus temores y se acercó, como pidiendo disculpas. La recibió María Adela Antokoletz. “Lo único que me preguntó fue ‘¿quién te falta?’. Y me dijo que cada una llegaba cuando era su momento”, cuenta ahora.

Machismo. Feminismo. Patriarcado. No eran palabras que estuvieran en su horizonte cuando salieron a pedir por sus hijos. Se reconocían como madres antes que mujeres. Pero fueron sin quererlo también una referencia. Y a la vez, con el tiempo, aprendieron de otras mujeres sobre derechos y peleas que aunque no les eran ajenos casi ninguna tenía presentes. 

“Las Madres tuvimos ese doble rol, seguíamos con nuestras ‘tareas’, las obligaciones, como decíamos, de amas de casa. Yo por muchos años creí que eran obligaciones y después aprendí que teníamos derechos”, cuenta Nora.

“En mi caso –dice Estela– me jubilé para dedicarme todo el tiempo a buscar a Laura y a mi nieto. Guido tenía que trabajar y quedarse con Remo, porque los dos chicos más grandes se fueron al exilio. Mi marido se ocupaba de Remo las horas en que yo no estaba. Y en esa época hice viajes muy largos. En el 80 dos Abuelas fuimos por dos meses a Canadá. Y en el 81 por dos meses a Europa. La vida de Remo no fue fácil, porque Guido estaba solo y tenía una enfermedad agravada por su secuestro.”

Estela fue maestra y directora de escuela. Dice que las Madres y las Abuelas pertenecen a una generación que, en muchos casos, antes de convertirse en Madres y Abuelas, ya había desafiado el mandato de quedarse en la casa. “Yo fui a la Misericordia y quiero mucho a las monjas, pero ellas nos decían: ‘cuando se casen y tengan hijos tienen que esperar a los maridos bien arregladitas y pintaditas porque el hombre viene cansado, los hijos comiditos y dormidos y ustedes a atenderlos. Nosotras salimos, trabajamos. Muchas Abuelas eran profesionales, docentes, empleadas. Pero era mitad y mitad. Porque también habíamos aprendido a coser, a bordar, a limpiar la casa. Teníamos una crianza de sometimiento al hombre. Y también hubo Abuelas a las que los maridos les decían que tenían que estar en la casa. En mi caso, una vez le dije a Guido que no iba a ir más, porque me parecía que faltaba y él me dijo que no, que las Abuelas me necesitaban”.

“¿Si mi marido cambiaba pañales?, pero noooo –se sorprende Taty–, los chicos comían temprano para que cuando llegara el padre estuviera todo en orden. Por suerte esas cosas han cambiado. Creo que hay un cambio que operamos las mujeres y las Madres también, muchas salieron a la calle, aun siendo amas de casa, bueno, nada más ni nada menos que amas de casa, que es mucho; otras eran profesionales, pero igual casi ninguna tenía ni idea de lo que era un hábeas corpus”. 

Nora dice que se crió en un hogar machista, sin violencia física, pero con un modelo patriarcal en las pequeñas cosas de la vida cotidiana y que entonces eso se reprodujo luego en su matrimonio: “Mi hijo atendía al bebé a veces cuando mi nuera salía a militar y mi marido decía ‘¿estamos todos locos?’ No podía entender que se quedara bañando al bebé y dándole de comer mientras la mujer estaba afuera”.

Estela, Taty y Nora ven al movimiento feminista con admiración y admiten que sí, tal vez, ellas mismas pueden haber sido un poco inspiradoras para otras mujeres, como las que salieron a la calle de a millares el último 8 de marzo. Pero sostienen que también tuvieron que aprender de ellas, que ellas levantaron demandas nuevas que no estaban en la agenda de Madres y Abuelas, que incluso fueron resistidas por algunas de ellas. Hoy las tres se pronuncian por la vida, a favor del derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y, por lo tanto, por la legalización del aborto.

“Veo que las mujeres buscan su expresión, su libertad y que se está avanzando mucho. Creo que fuimos ejemplo para otras madres que fueron víctimas de trata o de gatillo fácil. Fuimos un movimiento  inédito, pero tenemos que reconocer a mujeres sindicalistas, trabajadoras, que también tuvieron su participación en la vida pública de nuestro país, en la lucha de la mujer. Y estar en contacto con feministas nos ayudó, fue un ejemplo de ese estado de libertad”, dice Nora, que estuvo en el escenario el 8 de marzo, así como está en tantos y tantos lugares. “Sobre el aborto –agrega–, soy partidaria de la determinación de la mujer.” 

“Ya en el siglo XXI el tema de las diferencias en los sueldos, las jerarquías y las ofensas que se reciben por ser mujer se tienen que terminar. Cuando te dicen que te pasó algo por cómo estabas vestidas o te preguntan si hiciste algo para que te pegue… No es así la cosa. Es el hombre que somete a la mujer, la discrimina, la golpea, la martiriza y hasta la mata. Ahora las chicas tienen mucha más libertad y exponen su forma de pensar con mucha claridad, están despiertas, actualizadas, comunicadas. La movilización de las mujeres me pareció fantástica”, afirma Estela. Sobre el aborto, cree que la prioridad es salvar la vida de la mujer, que no tiene recursos, que es menor, que tiene un embarazo no deseado. Y también que “hay que educar desde el Estado para evitar esas situaciones”. “Maravillosa, apoteótica”, califica Taty a la marcha del 8 de marzo. Y sostiene que la mujer tiene que tener derecho a decidir. “Soy católica y sigo teniendo fe. No te voy a misa ni comulgo, tengo una charla con mi sagrado corazón. Pero he cambiado muchísimo mi forma de pensar. Fue un cambio se fue operando a partir de la desaparición de Alejandro y después, cuando me incorporé a Madres. No he perdido la fe, pero leí, me informé”. 

 

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26 de marzo de 2018

Opinión

Lo único que no se puede hacer con la

Memoria es derrotarla

Por Mempo Giardinelli

Recularon con Etchecolatz, recularon con Pando, recularon con Astiz. Dejaron en libertad a Zannini y a D’Elía. No pueden con la economía ni con el descontento. Y van a seguir reculando. Si hasta sus aliados radicales los putean, en Mendoza, en el Chaco, en Córdoba y otras provincias. Y el 24 fue un espectáculo glorioso el desplazamiento incesante de cientos de miles de compatriotas que coparon avenidas y plazas, y no sólo la de Mayo en Buenos Aires. Con tormentas y aguaceros en medio país, en la amarilla Córdoba hasta el diario oficialista La Voz del Interior tuvo que reconocer ayer domingo que hubo más de 120 mil manifestantes en las calles. Y en Tucumán y en Posadas y dondequiera, los globos amarillos parecían desinflarse y desteñir.

Y es que, como decía Mario Benedetti hace añares, a estos tipos si no los despeina el viento los va a despeinar la Historia. Y es lo que está sucediendo.

La movilización del 24 fue extraordinaria, impactante, si bien todavía hace daño –maldita sea– la vieja enfermedad del sectarismo. Porque hay que decirlo aunque a algunos no les guste: fue doloroso que a eso de las seis de la tarde y luego de una jornada luminosa en todos los sentidos, mientras media Plaza de Mayo se retiraba por avenida Belgrano, por otras calles llegaban contingentes con otras banderas pero afirmando lo mismo: Memoria, Verdad, Justicia.

Pero más allá de sectarismos, hay algo que se mueve en los sótanos de la Patria. Esa es la esperanza. Con ella se podrá sacar a votazos a estos tipos en 2019. Pero hay que organizarse, claro, y ése sí que es un problema. El peronismo solo no va a poder. Más allá de candidatos, y de buenas voluntades mezcladas con cretinos ultraconocidos, solos no serán gobierno. Y si llegaran a serlo, no durarían tres meses sin pelearse como gatos en bolsa.

La Historia enseña que lo único que no se puede hacer con la Memoria es derrotarla, pero también enseña que la grandeza política en estas pampas es escasa. Y que las ambiciones son tan dañinas como las corrupciones, quizás, seguramente, porque su etiología es una sola.

Por eso no terminan de entusiasmar los aprestos de algunos dirigentes con prestigio y arraigo en provincias. Porque los palos en la rueda son el rasgo más común de la historia política argentina: desde el roquismo oligarca a la primera experiencia popular yrigoyenista, y en cada experiencia de afirmación nacional y ascenso popular posterior –léase peronismo del 46-55 y kirchnerismo del tres al quince– no fueron solamente los adversarios los que provocaron las derrotas. 

Cierto que el pueblo fue confundido arteramente en el final del cristinismo; lo engañaron fiero y de puro desconcertado votó como votó. Y por eso ahora le cuesta tanto y va de a poquito venciendo el desaliento, y por momentos hasta con miedo porque ya se dio cuenta de la violencia de que son capaces los estafadores. 

Por eso las culpabilidades –o responsabilidades, para decirlo en clave delicada– no le incumben tanto a esa pobre inocencia manipulada y abusada, sino y sobre todo a dirigencias traidoras –partidarias, sindicales y sectoriales– y ni se diga a empresarios y ruralistas transnacionalizados y evasores, y a banqueros y especuladores al servicio del FMI y de toda la caterva mundial explotadora y corrupta. Hay demasiada podredumbre alrededor, y lo más grave es que parece naturalizada.

Pero si por un lado la estafa fue enorme, por el otro la memoria es irreductible. Entonces, a todos se les ven las costuras y lo mal que huelen dentro de sus trajes de miles de dólares. Día a día se les ve lo corruptos y así la gente del pueblo empieza a leer claro, como si estuviera aprendiendo a ver por encima de los graznidos de los cacatúas de la tele oficialista, que es casi toda. 

¿Quién no tiene un amigo que votó a estos tipos, y hoy está arrepentido porque aprendió, en la malaria, el dolor y el desamparo, a ver su propia metida de pata? No lo dirán, por vergüenza o necedad –y no hace falta refregarles la culpa pues son víctimas también ellos– pero están furiosos consigo mismos por cómo votaron en noviembre de 2015. 

Todo eso es también nuestro problema. De todos y todas. Del campo nacional y popular, y el primer paso para resolverlo es admitir que es un problema muy serio y difícil de resolver. Por eso, en El Manifiesto Argentino venimos hablando de Confluencia Nacional y Popular. De confluir los diferentes, pero igualados en la pasión patriótica, la decencia y las convicciones nacionales y populares. 

Juntarnos con los socialistas, con las izquierdas no dogmáticas y abiertas, con las mujeres y l@s jóvenes de todas esas expresiones. Además del peronismo. Y del kirchnerismo, desde ya, de cajón. Y con los radicales nacionales y populares, a los que hay que ayudar porque, como los peronistas, tienen siempre adentro esa corrosiva contradicción que es la derecha antinacional. 

Ya lo decía Alfonsín, Raúl, a quien convendría recuperar: “No habrá radicales ni antirradicales, ni peronistas ni antiperonistas cuando se trate de terminar con los manejos de la patria financiera, con la especulación de un grupo parasitario enriquecido a costa de la miseria de los que producen y trabajan (…) No habrá radicales ni antirradicales, ni peronistas ni antiperonistas sino argentinos unidos para enfrentar al imperialismo en nuestra patria. La construcción y la defensa de la Argentina la haremos marchando juntos, aceptando en libertad las discrepancias, respetando las diferencias de opinión, admitiendo sin reparos las controversias en el marco de nuestras instituciones, porque así y sólo así podremos lograr la unión que necesitamos para salir adelante”. Nosotros lo llamamos Confluencia Nacional y Popular. 

Lo único que no se puede hacer con la Memoria es derrotarla. Pero ojo que al sectarismo tampoco y su especialidad es enturbiar y estar al servicio, aunque sea involuntario, de los peores.